Es frecuente que las personas controlen menos su ingesta de alimentos y cantidades de comida cuando están en casa. Esto se aplica para cuando llegamos del trabajo, para los niños y jóvenes en vacaciones, y en nuestra actualidad por la cuarentena por el Covid-19 y una Semana Santa diferente.
El aislamiento produce estrés y ansiedad en muchas personas, no solo por la sensación de encierro y el control del peso, sino también por el trabajo y la situación económica. La estrategia para controlar esta situación se debe basar en un análisis sincero de la causa real.
Podríamos estar simplemente en frente de una ansiedad generalizada o podría ser que nos estemos enfrentando a un hambre emocional, causada por la sensación de soledad o libertad cuando estamos en casa, o en el caso de la Semana Santa por recuerdos emocionales con los alimentos tradicionales.
La ansiedad es un estado de angustia o aflicción que puede sufrir una persona sin necesidad de existir motivo o bien por una preocupación o estrés que conlleve a la pérdida de control o sensación de no tener solución al problema presentado. Lo ideal es identificar su causa y no solo tratar de taparlo con técnicas de contención.
Eso nos lleva a cuestionarnos si el hambre y el aumento de consumo de alimentos no podría ser otra causa, como una predisposición genética a comer de más o que tenga una relación de consuelo con la alimentación.
En el aspecto genético se ha identificado que el Gen FTO, perfil genético asociado al aumento de peso corporal, tiene gran influencia en los hábitos dietéticos y está relacionado con la grelina, una hormona segregada por nuestro estómago que se encarga de decirnos cuando estamos llenos.
Se sabe que las personas que portan el “alelo malo o menos favorable” no logran identificar cuando están llenas y pueden llegar a consumir grandes cantidades de alimentos. Estas personas tienen un 70% más de posibilidades de desarrollar obesidad que una que porte la versión más favorable de este gen.
Por otro lado, podríamos estar enfrentándonos a un hambre más emocional. ¿Cuántos no han sentido que descargan su estrés, tristeza o alegría con los alimentos? Es difícil estar desligados de esas sensaciones.
Es importante aprender a identificar cuando se tiene hambre emocional y cuando es hambre real. Si es hambre real cualquier alimento la va a tranquilizar, pero si es hambre emocional no todo alimento va a funcionar, por eso debemos tratar de identificar aquel alimento que realmente necesitamos.
Por ejemplo, en Semana Santa alguien que en su infancia disfrutaba mucho esta época se iba de paseo y siempre llevaba consigo las empanadas de chiverre, puede en estos días tener necesidad de compañía y por lo tanto deseo de las empanaditas. Pero si lo que se compra es una torta chilena, que de paso no consumía en su niñez, no logrará satisfacer su necesidad real y esto la puede llevar a seguir consumiendo productos dulces y por lo tanto en exceso, sin llegar a sentir la sensación que estaba buscando porque esta viene solo con las empanadas de chiverre.
Para aplicar la alimentación consciente inicialmente busquemos comer los alimentos en un lugar tranquilo, libre de distracciones y aparatos tecnológicos, podemos poner música suave y relajante. Activemos todos nuestros sentidos, oler el alimento, sentirlo, jugar con él, verlo detenidamente y por supuesto buscar saborear cada bocado, masticar lentamente, sentir a la hora de deglutir el alimento que está completamente triturado.
Mantenerse activo es básico siempre y lo podemos apoyar con otras técnicas:
Ayuno: podríamos probar técnicas de ayuno bien planificadas.
Realizar solo 3 tiempos de comida si siente que no controla las cantidades.
Realizar 5 tiempos de comida bien estructurados y de pequeña cantidad si la sensación es más de hambre constante durante el día.
Consumir diariamente las frutas y los vegetales.
Vigilar el consumo de agua y la hidratación diaria, el hambre se confunde fácilmente con sed.
Todas estas pautas no funcionarán si no controlamos lo primero, que son las compras. Estos días nos dejaron claro que en las compras de pánico los ticos no están escogiendo alimentos saludables, se agotaron las galletas dulces, los panes, las palomitas, y por el otro lado, las frutas y vegetales casi intactos. Se debe ser cauteloso con lo que compramos, busquemos que nuestro hogar sea un oasis, sin “tentaciones” y fortalecedor de nuestro sistema inmune y cuerpo.
Dra. Karla Solís Mora
Colegio de Profesionales en Nutrición