Esta noche necesitaba un respiro, y aquí estoy, con los dedos llenos de lápiz aún y escribiendo sobre mis sentimientos.
Hoy he hecho un alto en el camino y he escuchado a mi corazón, había olvidado la sensación de olvidar el mundo y centrar tu mente en las líneas de un dibujo, había olvidado lo hermoso que es terminar un dibujo y enamorarte de él, mirarla a los ojos y saber lo que expresa su mirada, fusionarte con la mujer que has dibujado y a la que no conoces.
Hoy he cogido mi lápiz, mi goma y mi sacapuntas y he comenzado a dibujar a una mujer de mirada inocente pero sabia, una mujer poderosa pero discreta, una mujer con más sombras que luces y la seguridad de alguien que camina en la oscuridad sin temor.
Con cada trazo olvidaba la cantidad de materia que debía estudiar, con cada línea olvidaba la maquetación de mi revista, olvidaba mis libros, los mensajes de mi móvil, olvidé llamar a mi madre y a mi abuela para darles las buenas noches. Me olvidé de mí misma para centrarme en esa dama misteriosa, entonces comprendí que a veces debemos olvidarnos de nosotros, debemos guardar todos nuestros pensamientos y dejarnos llevar por lo que necesitamos.
Amo escribir, escribir es mi vida, lo que siempre se me ha dado bien y lo que forma parte de mi ser. Pero había olvidado otra parte de mí; el dibujo, porque al igual que amo dar vida a los personajes de mis novelas, amo dar vida a los personajes que mis dedos crean.
La mente necesita también un descanso, y la mía, incluso dormida trabaja, es tan complicado olvidar los miles de cosas que te quedan por hacer… incluso viendo una serie o una película, mi mente sigue recordando tareas pendientes. Yo, como siempre he dicho: “tengo tantas caras como escondites tiene la luna entre los rascacielos de Nueva York”, y cada una de mis caras he comprendido que es esencial.
Qué bueno es que el mundo deje de existir por unas horas, que no necesites hablar, que todo se vuelva una nube borrosa a tu alrededor y solamente veas a esa dama que cada vez toma más forma en tus manos.
No sé quién es, vi una imagen hace tiempo en internet y me vino a la cabeza, pero la mujer que he dibujado no se asemeja en nada a la que vi, ella es de mi creación, soy la que le ha dado vida, y sin embargo… parece ser libre de mi jaula de oro, me mira deseando decirme algo importante, pero se mantiene en silencio para que aprenda a seguir por mis propios medios.
La mujer que he dibujado ya no es mía, simplemente me acompaña y me observa, me ha hecho el regalo de relajar mi mente y comprender que cada persona está compuesta de muchas partes, y cada una de ellas es esencial. Me ha hecho comprender que no podemos alejar alguna de esas partes por el hecho de que no tengamos tiempo para ellas porque, cuando pierdes una pieza del engranaje de una máquina, la máquina no funciona.
Una de las frases que he dicho hoy mientras hablaba con mi amigo Carlos, ha sido: “Me falta tiempo y me sobran sombras”, son de esas frases que me salen en una conversación espontánea, de esas frases que mi amigo me sugiere que la anote, y yo, que efectivamente reconozco que me ha salido una buena frase, la anoto. Pero esta noche me he olvidado de la falta de tiempo y he sacado todas mis luces y mis sombras al exterior.
Y como me llaman la Dama consejera, no puedo evitar deciros que la vida nos mata partes de nosotros que nos hicieron felices, no lo permitáis, no encerréis esas partes por falta de tiempo, porque el mundo no se acaba por olvidarlo, el mundo sigue y seguirá sin nosotros, por lo tanto, sigamos nosotros sin el mundo.
*Escritora