Los expertos insisten en que por mucho que pasen los años no debemos privarnos de sensaciones, emociones y el entusiasmo de nuestra propia sexualidad. Somos seres sexuados desde que nacemos hasta que morimos y aunque uno no corra igual que a los 20, sigue habiendo deseo, satisfacción y sexualidad. El sexo sigue y debe seguir estando presente en la edad madura, se llame tercera edad, edad dorada o como guste a cada uno.
Resulta muy importante comunicarnos con la pareja, decir lo que nos gusta, lo que nos hace daño y lo que nos preocupa en el entorno de nuestras relaciones íntimas, porque existen muchos tabúes y complejos, más evidentes en los hombres porque les cuesta mucho ir al urólogo.
CAMBIOS FÍSICOS Y
PSICOLÓGICOS
La llamada tercera edad se inicia a partir de los 65 años, pero los cambios físicos y psicológicos pueden incluso aparecer antes. En el hombre se tarda más tiempo en obtener una erección y el tiempo entre esta y la siguiente es mayor. El orgasmo es más difícil de alcanzar y de menor duración, se produce menos líquido lubricante natural y el deseo tiende a disminuir.
En la mujer la vagina pierde elasticidad y se acorta, la capacidad de lubricar de forma natural disminuye, los orgasmos serán menos intensos y con mayores contracciones, los ovarios se atrofian y disminuye la producción de andrógenos, lo que también puede \”afectar\” al interés sexual, por lo que es frecuente la falta de deseo.
Además de estas limitaciones propias de la edad, los cambios psicológicos y los socioemocionales ocupan también un lugar importante en esta etapa, siendo varios los factores importantes que influyen en la conducta sexual. Uno es el aumento de la prevalencia de ansiedad y depresión, que genera la falta de deseo.
Otro de los factores es la viudedad, por lo que al faltar sus parejas pierden esa parte de vida sexual que muchas veces era la única que existía.
Los factores sociales, culturales y por último la falta de privacidad, muchas veces por encontrarse en una residencia, o incluso por tener gente en casa que ayude en las tareas del hogar, también resultan ser limitaciones. Otros factores importantes son la jubilación, la posible pérdida de relaciones asociadas al trabajo y el abandono de los hijos.
Es cierto que en esta etapa hay un descenso general de la actividad sexual en ambos sexos, pero no significa que desaparezcan y a pesar de que no tengamos una \”pareja sexual\” a nuestro lado, esto no significa que esta haya acabado.
CLAVES Y BENEFICIOS
La sexualidad, dicen los expertos, es un área fundamental e insuprimible en nuestra vida y el sexo es beneficioso en tanto que es fuente de salud y bienestar. Disfrutar de nuestra sexualidad nos ayuda a tener una buena imagen de nosotros mismos, eleva nuestro estado de ánimo y ayuda a protegernos del estrés y de estados emocionales de ansiedad y depresión. Por otro lado, asegura que el sexo en esta etapa de la vida trae consigo numerosos beneficios físicos: ayuda a fortalecer la musculatura y los huesos y a mantenernos en buena forma física, mejora el sistema inmune porque a través de los pensamientos positivos y el buen humor que nos genera potencia la acción de los leucocitos.
Asimismo contribuye a disminuir la hipertensión arterial y a mejorar la salud cardiovascular. El sexo contribuye a \”reducir el dolor\” -sea cual sea- porque durante la actividad sexual se liberan endorfinas, sustancias que actúan en el cerebro proporcionándonos placer. En los hombres además reduce el riesgo de cáncer de próstata y en las mujeres ayuda a mantener un buen tono de la musculatura pélvica y el buen estado de la vagina en la menopausia.
No hay que olvidar entonces que es una etapa más de nuestro desarrollo evolutivo y que tan solo hay que adaptarse a las circunstancias, pero definitivamente es posible una vivencia plena, satisfactoria y sana de la sexualidad. De hecho, algunas ventajas en esta etapa son que los juegos sexuales previos y posteriores cobran más protagonismo y ayudan a ampliar la sexualidad más allá del coito; se cuenta con más experiencia y madurez para las fantasías, la erótica, la expresión afectiva y la comunicación.
Y es precisamente en la comunicación donde se debe incidir porque a los hombres -como hemos mencionado- les cuesta ir al urólogo y las mujeres no se han dado permiso para explorarse y ceden muchas veces la responsabilidad de su propio placer al hombre. Por ello es fundamental la comunicación, enriquecer el momento de las relaciones: que haya flexibilidad en estas, que disfruten del tiempo libre y que haya cambios que enriquezcan la rutina.
La sexualidad es como el termómetro de la pareja. Esta tiende a completar las relaciones, pero cuando hay conflictos entre las parejas interfiere de forma notable en ella.