Diferentes organizaciones ecológicas, académicas y comunidades cercanas al Humedal Nacional Térraba Sierpe, ubicado en el cantón de Osa, al sur de nuestro país, han presentado una denuncia pública y aseguran que la expansión de monocultivos de piña en la zona está poniendo el riesgo las esferas de piedra luego de que la Secretaría Técnica Nacional Ambiental (Setena) aprobara permisos para la explotación de 23,4 hectáreas de humedales donde se ubican dichas esferas declaradas patrimonio de la humanidad por parte de la Unesco.
Según organizaciones como el Frente Nacional de los Sectores Afectados por la Producción Piñera (Frenasapp) y la Federación Conservacionista de Costa Rica (Fecon), la destrucción de la zona natural donde se ubican las esferas de piedra tendría un daño irreparable tras la aprobación en diciembre anterior, por parte de Setena, de los permisos para la actividad piñera de la Corporación Agrícola Monte Verde S.A., según oficio 2331-2016-Setena, que ahora cuestionan.
“Es la destrucción del patrimonio cultural con respecto a yacimientos arqueológicos en especial en finca 6 donde hay presencia de monumentos de piedra. El Gobierno no tiene conocimiento y la misma Setena reconoce que no hay un estudio de impacto ambiental de las repercusiones. No hay certeza de qué se puede localizar allí y las autoridades solo tienen por ley la reserva del 10% de humedal”, manifestó Henry Picado Cerdas, miembro de Frenasapp.
PATRIMONIO MUNDIAL
Según los documentos en manos de estas organizaciones, se pretende hacer un cambio de cultivo en un área de 600 hectáreas, de las cuales el 84% corresponde a uso agroforestal, el 11% a bosque y el 3% a humedales.
Pero el proyecto incluye tres humedales que representan 23,4 hectáreas para los que, según los conservacionistas, no existe un estudio que indique las repercusiones de la actividad de la siembra de piña en estas zonas arqueológicas ni en los mantos acuíferos de la zona.
Preocupa el tema de las esferas, no solo por la cercanía al parque que conserva las piedras hasta ahora descubiertas, sino también por las áreas donde no se tienen claros los posibles hallazgos arqueológicos.
“Es algo que ha sido cuestionado porque no se ha cuestionado a nadie de la región. Necesitamos certeza de este tipo de datos, y no se puede dar permisos como hace Setena, tiene que existir certeza científica y contratar a un arqueólogo, pero no se tiene conocimiento de si se está haciendo el estudio”, explicó Picado Cerdas, de Frenasapp.
DUDAS
Los ecologistas indican que el Gobierno desconoce sobre el tema y acerca de las eventuales afectaciones a una zona declarada patrimonio mundial de la humanidad, lo cual inclusive podría repercutir en esa designación y traer consecuencias negativas a las comunidades de la zona.
“Esto es preocupante, estos espacios arqueológicos fueron declarados patrimonio cultural de la humanidad por parte de la Unesco y una actividad como la piña podría perfectamente traerse abajo esta declaratoria, perdiendo la zona de Palmar Sur un importante lugar de ingreso de turismo y entrada económica para las familias”, aseveró el ecologista.
ACCIONES
Hasta el momento los sectores conservacionistas indicaron que trabajan en diferentes frentes que les permita revisar la documentación del proyecto de extensión agrícola de la piña en esa zona y de esta manera coordinar las denuncia para solicitar una moratoria nacional al cultivo.
“La piña no tiene límites y de nada vale una política de humedales o estar cercano a un sitio de importancia arqueológica mundial y natural”, recalcó Mauricio Álvarez, miembro de la Fecon.
Según estas organizaciones, del 2000 al 2015 se perdieron en nuestro país 5.568,98 hectáreas por el uso de la tierra en motocultivos instalados en territorio nacional.
PARQUE DE LAS BOLAS
El Museo Nacional dirigió, en coordinación con universidades estatales, investigaciones arqueológicas en Finca 6 de Palmar Sur de Osa.
Tras los estudios, se funda el Parque Can Baasat Roje (“esferas de piedra” en lengua indígena) o Parque de las Bolas de Piedra, para ubicar las esferas recuperadas tras un emplazamiento dirigido en 1979 por el escultor y arquitecto Ibo Bonilla.
En esa oportunidad, se recolectaron varias de las piezas arqueológicas que terminaron en museos de los Estados Unidos y otros puntos de nuestro país.
En la actualidad, la representación más cercana a los ciudadanos costarricenses se encuentra en el antiguo Cuartel Bellavista, actual Museo Nacional.