Aún los señores diputados no se ponen de acuerdo en una fórmula ideal para saber cuándo una tasa de interés es una tasa de usura. El tema del Proyecto 20.861 se las trae y tiene muchas aristas.
Los que defienden las altas tasas de usura en Costa Rica están bien identificados. Según reportan las noticias, el Banco Central (57%), la Sugef (42%), la Cámara de Bancos (2), la Asociación Bancaria Costarricense. (1) Todos estos postulan tasas mayores a las de la Banca para el Desarrollo (22%). Los banqueros aducen que cobran tasas de interés altas para evitar la exclusión, porque el riesgo de impago es alto. Bueno, posiblemente todo “está fríamente calculado” y por eso no quieren excluir a una gran parte de la población de adquirir sus productos.
¿Por qué los bancos y asociaciones bancarias no quieren que haya exclusión financiera? Pudiera ser que estén ocultando sus verdaderas intenciones. Contrario a lo que normalmente se cree, en el fondo, a los bancos los clientes que más les gustan son aquellos que se atrasan en los pagos, los que pagan, aunque sea tarde o con días de retraso, en medio de su incertidumbre económica, los que por desorden o por falta de cuidado no pagan a tiempo, los que, por lo general, ni tienen ni idea o no están constantemente al tanto de cuál es el saldo real de su deuda. Estos generan unas ganancias mucho más jugosas que los buenos clientes que pagan a tiempo.
Ya tienen un gran mercado cautivo que les produce anualmente millones de millones anuales y quieren seguir lucrando a manos llenas. (3) Tener al mercado de clientes más riesgoso le permite aumentar más las utilidades, gracias a otros factores concomitantes con la usura. Cuando los bancos hacen un gráfico de los ingresos generados por los clientes buena paga, ven que los resultados son los esperables y difícilmente se les puede sacar más, a menos que se haga mayor inversión en publicidad, mercadeo y reaseguros, para que estos clientes gasten más. Lo asombroso sucede cuando se genera un gráfico que muestra los ingresos de los clientes que pagan a duras penas, pero lo hacen de todos modos. Aquí es donde los administradores ven el jugoso aumento de la rentabilidad cuando miles de clientes pagan tarde y desconocen los detalles.
La usura no se refiere solo al interés del préstamo. Hay que agregar que cuando el cliente paga, aunque sea un día tarde, debe pagar según la tasa de interés moratorio, que es más alto, algunas tarjetas de crédito, además le cobrarán $28 por pago tardío. Te cobran un 4% o más si haces un retiro de efectivo. Según se ha reportado, no faltan algunas de estas empresas financieras que le penalizan o cobran si usted desea abonar al capital para salir más rápido de la jarana. La usura implica conductas de las entidades y tiendas financieras que no están reguladas y aquí la presencia de la Sugef se destaca en la defensa de los acreedores, pero queda debiendo en la defensa de los consumidores. Así que, no por pedirle prestado a un banco formal se evita el garrotazo, ya sea porque el interés es alto, por el interés moratorio, por las multas por pago tardío, por los cargos de administración de saldo y por el diferencial cambiario, cobros por readecuación de cuotas o de plazos, por los seguros y reaseguros, o por los castigos, si la entidad acreedora “siente” que sus intereses y ganancias podrían disminuir.
Después de leer la última versión del proyecto para regular y definir las tasas de usura, queda la convicción de que los profesionales en la materia tienen distintos métodos para tratar de definir cuáles serían las tasas adecuadas, para tipificar el delito de la usura y entre la lucha de criterios, el lobby y la presión ideológica, falta agregar regulación para evitar el despojo a que se ven sometidos miles de clientes. No será fácil tomar las decisiones que satisfagan mejor el interés público.
El tema confronta los intereses de personas y empresas muy bien informados de lo que hacen, mientras en la otra acera están los clientes o consumidores, que no siempre están conscientes de todas las implicaciones, posiblemente no están cabalmente informados, no leen la letra menuda, se encuentran más vulnerables y no han tenido quién los defienda. Ciertamente este proyecto de ley es un reto para la Asamblea Legislativa y un paso gigante en defensa de la ciudadanía.
*Profesional en Ciencias Económicas