Si aún existían dudas sobre las afirmaciones de los sindicatos con respecto al engaño que el Gobierno está montando de cara a convencer a los ciudadanos y demás autoridades para poder acceder a un crédito con el Fondo Monetario Internacional (FMI), los diputados de oposición reconfirman que el teatro es verídico.
Nos están tomando el pelo, peor, nos quieren ver la cara de tontos a los costarricenses: los altos mandos del FMI repitieron una y otra vez que jamás han pedido al Ejecutivo aprobar proyectos como el de Empleo Público ni menos sugieren cobrar más impuestos.
Es decir, el Fondo a quien los ciudadanos vemos como el verdugo de la historia, pues sentimos que pone su ojo inquisidor sobre el país para prestarnos $1.750 millones no tiene pelos en la lengua y tampoco compromisos políticos, por eso cuenta las verdades.
El lobo del cuento de Caperucita o el que vino a comerse a Pedrito no es tal como lo pintan las cúpulas gubernamentales, cuando salen en su discurso aterrador a decir que urge hacer tijeretazos a salarios, se necesita imponer más cargas tributarias y hasta comisiones por transacciones bancarias.
El malo de la película, como decimos popularmente, es la Administración Alvarado Quesada, que no ha sabido ni siquiera presentar el borrador del plan con el que pretende negociar tal dineral, demostrando así la inoperancia e ineficiencia de las que adolece.
Propuestas hay miles, de eso estamos seguros, pues si no para qué se sentaron en las mesas de diálogo con los sectores por semanas en el Estadio Nacional y las autoridades cuentan otros cientos más de propuestas que entregó el Foro Multisectorial del Banco Popular. ¿Será acaso que eso está guardado en algunos cajones añejos o bodegas empolvadas de Casa Presidencial y ni siquiera se sentaron a verlo?
No podemos creer que la incapacidad del Gobierno PAC se le haya pegado a las fuerzas vivas de este país, nos negamos a siquiera pensar en la posibilidad de que ni una sola de las ideas plasmadas en esos papeles por gente seria, experta y respetada sea suficiente para tomarse en cuenta como punto de partida a la reactivación económica.
Es imposible concebir que todo deba hacerse con créditos, deudas, más impuestos y cero progresos, dejarnos llevar por la idea de que nos toca seguir estancados por décadas, con el agua al pescuezo, para sobrevivir como país. ¿Tan faltos de coraje somos los ticos, pero tan mediocres, que ni capacidad de recomenzar tenemos?
Las personas con poder de decisión en el Gobierno parecen estar sentadas en la galleta de pedir o pedir la plata, como si no hubiera margen de pensar otras opciones más viables que esos dólares del FMI.
¡Agarremos el toro por los cuernos! ¡Arrollémonos las mangas, como hacen los fuertes, y exijamos bajar los gastos excesivos de las cupulas políticas, los caprichos de unos cuántos como el pago de viajes, viáticos, litros de gasolina y facturas astronómicas de celulares!
¡Paremos el contrabando, la evasión y la elusión de los multimillonarios que históricamente han amarrado el perro al Estado! Ya es hora de que la Caja dé señales de vida y gestione modificaciones al reglamento de asegurados, permitiendo que los patrones paguen por horas laboradas, eso ha sido imposible, como si las normas estuvieran escritas en piedra.
Toca ponerle candado a muchas entidades que solo generan gastos, son parásitos del presupuesto estatal, tienen planillas inmensas y hacen poco trabajo, en algunas hasta existe duplicidad de funciones.
Llegó el tiempo de obligar a todas las entidades a entrar a Sicop, porque siguen unas cuantas dando largas al asunto para seguir en el chorizo de las compras y las contrataciones, dejando en manos de pocos miles de millones mal gestionados, pagando favores y haciendo ricos a unos cuantos.
Y si bien el tema del empleo público debe verse con lupa, lo cierto es que todos tenemos que ceder, sentarnos a negociar: la crisis es nacional y como tal debe afrontarse, no es justo que solo unos cuantos lloren al muerto. Si este barco se hunde, todos lamentaremos las víctimas; ricos y pobres, empleados públicos y privados, nacionales y extranjeros, grandes y chicos, mujeres y hombres.
Esta obra de teatro ya debe terminar, nosotros, el pueblo, hemos dejado que se extienda demasiado y, si no encontramos puerto seguro, que Dios nos agarre confesados, porque mientras nos ponemos de acuerdo los aprendices de Poncio Pilatos en el Gabinete siguen cavando la tumba de Costa Rica.