Se conoce como un sosia o sosias a aquella persona (hombre o mujer) que tiene gran parecido físico con alguien, al extremo tal de poder ser confundidas. Esta palabra que se toma del personaje de la comedia de Plauto, también tiene su sinónimo que es el \”doble\”. Desde hace más de 60 años, he escuchado en diferentes lugares que cada uno de nosotros tiene 7 de tales sosias en todo el mundo. La pregunta que cabe para reclamar es: ¿Quién ha hecho un inventario o una encuesta para sostener este absurdo? Y todavía se le puede agregar varios factores que para traerse abajo tal número (siete como ya cité), porque es un asunto imposible de poder ubicar. Es lo que se conoce como un mito. Es tan absurdo este criterio, que bien podríamos aducir que hace 60 años la población mundial era de tres mil millones, contra los ocho mil de hoy. Si actualizamos ese imaginario número de siete, al aumentar a 8 mil millones de hoy contra los tres mil de entonces, pues tenemos que llegar a 19. Así entonces, los jóvenes y los viejos de hoy que sostienen y repiten sin pensar que hay otros siete en el mundo con nuestra misma cara, están \”detrás del palo\” o \”más perdidos que el chiquito de la Llorona\”, porque no hay que ser mezquino y se deben subir de 7 a 19.
Se conoce como la FISONOMÍA o la FISIONOMÍA a la ciencia que se encarga de estudiar las facciones, el aspecto particular que identifican a una persona por su cara. Hoy sabemos que, para identificar plenamente a alguien, se miden los ángulos faciales y otros que proporcionan más detalles que se analizan por medio un programa de computación. Yo que me considero un buen fisonomista, es decir, que puede recordar y asociar perfectamente las particularidades faciales de las personas, casi que no encuentro o he encontrado personas que se parezcan tanto a otras como para ser confundidas o comparadas. Muchas tienen apenas un aire.
En cambio, he podido observar el \”andado\” (modo particular de una persona, dicho con un costarriqueñismo) o andadura en español internacional y casi siempre me place ver cómo alguien puede caminar igual a otra persona a tal extremo de ser exactos en su modo de ejecutar la BIPEDACIÓN (modo o manera de andar sobre las dos piernas), inclinación angular, etc. En tal término que existe ya, se nota con \”bi\” a dos, con \”ped\” pies y con \”ación\” la acción de caminar sobre dos pies o piernas, por extensión del término. Pero no solo existe una manera de similitud para las caras; también las voces tienen su manera particular de comparación, que clasifico –de propia iniciativa- como HOMOFONÍA y al actor o actores como un HOMÓFONO (a). Y no hay que ir muy lejos para conocer casos, porque todos los días escuchamos en la radio o la televisión, a las personas que, con sus voces, suenan casi igual, al extremo tal que pueden pasar por el otro en una llamada telefónica, etc.
Don Alexander Solís, de la Comisión Nacional de Emergencias y don Farid Ayales E., exministro de Trabajo, tienen casi exactas sus voces. También el abogado Fabián Volio cuenta una misma voz que el señor Román Macaya H. de la CCSS, sin dejar de lado al señor don Gustavo Segura, ministro de Turismo, quien tiene casi idéntica su voz y entonación a la del hoy señor diputado José María Villalta. Además, el periodista de Canal 7 don Andrés Martínez tiene una voz casi igual a la de Édgar Silva, también periodista. Pero no está de más señalar que las personas citadas, no están en capacidad de dar por cierto lo que aquí sostengo, porque quienes hemos hecho radio o hemos escuchado las grabaciones de nuestra voz, sabemos que al llegar directamente a nuestros oídos no tiene que viajar por el aire y, por lo tanto, nos suena completamente distinta.
Como decimos en Tiquicia: \”a parar la oreja\” para encontrar otros HOMÓFONOS (personas con igual voz y entonación).
Y el término para comparar las voces en el sentido expuesto en esta tesis me corresponde la autoría o acuñación por no haber sido usada antes para el tema aquí expuesto. He formado HOMÓFONO y HOMOFONÍA del griego clásico “phoné” para lo que es la “voz humana, tono de la voz” y con “homo”, de esa misma lengua “omoios” para “semejante, igual o parecido”, tal y como manejaron entonces los antiguos helenos para otros asuntos ajenos al tema de hoy.
*Etimólogo y lexicógrafo