La reacción de Will Smith en los Premios Óscar ha dejado perplejo a todo el mundo y los comentarios no se han dejado esperar, desde quienes la aprueban hasta quienes rechazan cualquier forma de violencia. Will Smith perdió el control ante una provocación en un momento en el que su estado de ánimo ha estado alterado, en el que, de acuerdo con sus propias declaraciones, ha estado viviendo un mal momento en su vida, lo cual no justifica su reacción por lo que ha sido sancionado, su carrera y su matrimonio posiblemente han sido destruidos y tal como lo manifestó el, se arrepentirá toda su vida.
No podemos ignorar, sin embargo, que Will Smith perdió los estribos ante un “bully”, pues lo que hizo Rock no fue otra cosa que una agresión verbal en forma de chiste en contra de su esposa Jade. Verbal o física, la violencia genera más violencia y saca lo peor de una persona, en este caso estamos hablando de una provocación gratuita que pudo ser evitada y con ella el drama que se ha generado.
La agresión, la provocación o la manipulación no tienen justificación alguna en ninguna circunstancia, pero es peor cuando de antemano se sabe que el otro, sea un individuo o un pueblo, está pasando por un mal momento y su respuesta puede tornarse violenta e inesperada como cuando una persona saca un arma en un simple accidente de auto, se va a los puños por el resultado de un partido de fut o escribe insultos en las redes con niveles de agresividad e intolerancia nunca experimentados.
La pandemia ha afectado a la población en general, hoy por hoy las personas tienen que lidiar con carencias; jóvenes y adultos han caído en la depresión y la frustración de ver sus sueños mermados, sus posibilidades de crecimiento limitadas y sus ingresos disminuidos, situaciones que les generan irritación, las desestabilizan y las hacen vulnerables cuando se sienten provocadas o aludidas.
El clima de violencia que se vive en las escuelas y colegios son una señal de alarma a la cual debemos poner atención y entender que los jóvenes son un reflejo de la sociedad, una sociedad que al igual que Will está pasando por un mal momento y lo último que necesitamos es una provocación o una “razón” que desate ira y violencia.
Costa Rica necesita volver a recuperar la paz. La agresividad de los conductores en nuestras calles, la impaciencia de las personas en las filas, la altanería con que algunos contestan lo mismo a la autoridad que la cajera del supermercado, el irrespeto a padres y maestros, el acoso escolar, los insultos gratuitos y los señalamientos sin fundamento en las redes sociales, así como el creciente número de asesinatos, femicidios y ajusticiamientos, nos hablan de un enojo, de un malestar que tenemos que sanar antes de que sea tarde.
Los costarricenses tenemos claro que no es con violencia como se debe responder al agresor, no es enfrentándonos los unos a los otros que vamos a poder zanjar nuestras diferencias, no es golpeando como lo hizo Will Smith o insultando al otro como vamos a defender nuestras ideas ni resolver nuestros problemas, no es desacreditando al otro que vamos a ser mejores, sin embargo, ha habido momentos en los que no nos reconocemos, pues no estamos exentos de reaccionar en forma contraria a nuestra tradición.
En los últimos años hemos sido testigos de cómo ha aumentado el enojo y el resentimiento, así como la forma como se alimenta el descontento y se incita a la confrontación manipulando la verdad y sembrando la desconfianza; no perdamos de vista que atrás de este enojo hay una estrategia peligrosa a la que hay que ponerle fin. Existen muchas razones para que la gente esté molesta, no hay duda de ello, pero no podemos aceptar que además se arrebate su derecho a la Verdad, a vivir en paz, a ser felices y reaccionar sin que medie el enojo, la ira o la manipulación.
Es un buen momento para ver hacia adelante y rescatar la Verdad como herramienta para aliviar la ira; para confrontar la verdad y mostrar pruebas fehacientes que nos permitan juzgar objetivamente los hechos que tanto enojo nos provocan y, lejos de rumores y anónimas generalidades, procesarlos adecuadamente para sentar responsabilidades como un acto de justicia y no como una violenta reacción. No será fácil pues como decía George Orwell “Cuanto más se aleja una sociedad de la verdad, más odiará a los que la dicen”, pero es momento de juzgar imparcialmente la historia, sus actores y su legado, con sus errores, aciertos y desaciertos, porque no es menospreciando nuestros logros como nación y creyendo que nada hemos hecho bien, como nos han querido hacer creer, que vamos a recobrar la fe, la ilusión y el coraje para trabajar juntos por Costa Rica.
La irritabilidad está a flor de piel y solo haciendo un verdadero esfuerzo por encontrar respuesta a este enojo es que podremos avanzar, corrigiendo los errores, pero también señalando los aciertos pues ambos son parte de una misma realidad, de una misma verdad que no debe ser distorsionada sino expuesta para aprender de los logros alcanzados y de las faltas cometidas. Solo así seremos justos con la Verdad, imparciales con la historia, honestos con el pueblo y dignos de llamarnos hijos de esta patria que merece vivir en paz, con progreso y justicia.