A los 15 años de edad, hace cinco, el nuevo delantero del Saprissa Justin Monge se enamoró de los tatuajes y desde ahí es una de sus pasiones, junto al fútbol. “El primero fue uno que tengo en el abdomen. Me llama la atención el arte, es puro gusto. Algunos tienen un significado y otros son por gusto. Tengo por ejemplo fechas importantes y los nombres de mi mamá y de mi papá que son Jeimy y Rodrigo”, cuenta.
Confirma lo que solo los que ya tienen tatuajes saben muy bien, “cuando la piel toca tinta lo que uno quiere es seguir. Pero hay que saber llevarlo, porque es un gasto enorme. Es una pasión”.
Respeta los gustos de los demás y se enfoca lo que le gusta. “Ese primer tatuaje tiene los signos vitales y además el nombre de mi mamá. El último es este que me hice fueron estos dos que llevo en el cuello”.
Su tatuador es un amigo llamado Jairo, quien le hace esos trabajos en su natal Pérez Zeledón. “Ya me los hace con toda confianza y hasta me ha regalado unos”.
En mayoría sus tatuajes tienen color y de la cantidad señala que no sabe exactamente cuántos son, pero oscilan entre 10 y 12. “Mucha gente lo ve a uno con un tatuaje y hacen una cara diferente, pero eso no define el tipo de persona. Eso no es motivo de que uno sea bueno o malo, sino la persona que lleve por dentro”.