Muchas mujeres no pueden evitar que la orina se salga de manera involuntaria y pasan por la pena de orinarse ya sea durante el día, durante la noche, cuando realizan algún esfuerzo o en pleno acto sexual. Según sea el daño, puede que salgan tan solo unas gotas, o por el contrario una gran cantidad, con todos los inconvenientes que eso representa.
El origen de este problema es variado, pero en la mayoría de los casos documentamos se da la presencia de alguno de los tres siguientes factores.
El antecedente de partos vaginales difíciles, prolongados y traumáticos, que lesionan de manera considerable los músculos vaginales encargados de retener la orina.
La presencia de un estilo de vida carente de ejercicio y saturado de dietas ricas en grasa, que condiciona sedentarismo y obesidad. Si no se hace ejercicio, los músculos se adelgazan y pierden esa fuerza necesaria para contener la orina.
El tercer factor sucede cuando la mujer se obliga a retener la orina, aun cuando tengan ganas de orinar. Unas veces porque no encuentra un baño decente y otras porque orinar interrumpe la faena laboral. Esta retención de orina cambia la posición de la vejiga y relaja los mecanismos de control urinario.
En la actualidad el tratamiento de la incontinencia urinaria va orientado hacia esos tres factores. Cuando se evalúa la vía de parto no solo se toma en cuenta el bienestar del niño, sino también las condiciones en la que va a quedar la madre. En caso de la posibilidad de que sucedan desgarros o partos difíciles, se prefiere la cesárea.
Además, a todas las mujeres se les hace hincapié de la importancia de realizar ejercicio periódicamente, ojalá a diario, así como la ingesta de alimentos saludables, todo con el fin de evitar la obesidad, que es el enemigo por excelencia de la vejiga.
Por otra parte, es crucial que la mujer orine con frecuencia a lo largo del día. Se recomienda una buena hidratación, bebiendo líquidos y agua hasta las 5 p.m., con el fin de evitar levantarse en la noche a orinar.
En nuestro país no tenemos suficientes baños públicos y, cuando los hay, suelen tener una higiene deplorable. Por eso a las mujeres les resulta difícil y bochornoso usarlos. Por otra parte, en el plano laboral no suele ser bien visto que una mujer orine cada dos horas y esto es algo que tenemos que instaurar como parte de la salud ocupacional femenina.
Los estudios transculturales muestran que sentarse en el suelo por periodos de una o más horas fortalece los músculos y aumenta el control urinario. Sea meditar o ver televisión en esa postura, es un buen hábito.
En los casos en que estas recomendaciones no surtan efecto, procede realizar una sencilla cirugía que restablece la posición de la vejiga y ese control tan deseado.