La salida de Natalia Díaz del Ministerio de la Presidencia es la crónica de una muerte anunciada. Desde su llegada, y al no renunciar al Partido Unidos Podemos, era evidente que el día llegaría.
Pero algunos no esperaban que se diera tan pronto. Lo ocurrido quedará entre las partes, pero podría relacionarse con la próxima campaña electoral.
Si hay un puesto que genera exposición pública, política y mediática es el de ministro de la Presidencia. Es la clase de trampolín que desearía cualquiera que aspire a comandar en Zapote.
No solo es interlocutor del presidente de la República con la Asamblea Legislativa, sino que se encarga de negociar lo prácticamente innegociable con las distintas fracciones y partidos.
Puede que haya habido mal cálculo político o el puesto estaba condicionado a trabajar sin protagonismo, porque a diferencia de otros jerarcas, el paso de Díaz estos dos años fue casi desapercibido.
Sabemos que quería irse desde mucho antes e incluso presentó su renuncia y no fue aceptada. Entonces: ¿por qué ahora?
Quizá crea que es el momento justo para que su figura pueda tomar más fuerza de la mano con su partido, al que no le fue nada mal en las elecciones municipales.
Desde el Congreso, su labor es bien calificada por la mayoría de los diputados. Aseguran que es inteligente, conciliadora, cálida y de mente abierta.
Aun así, el hecho de que esta sea la gestión en la que se aprobaron menos proyectos de ley y que hoy el Congreso este prácticamente paralizado por el manejo de la agenda del Ejecutivo en parte la salpica de responsabilidad.
Laura Fernández, jerarca del Mideplán, podría perfilarse como candidata de Rodrigo Chaves para las próximas elecciones, tras la abrupta salida de Luis Amador, quien luego de coquetear con el PUSC quedó en el congelador.
Fernández tiene una personalidad distinta a la de Díaz, y un carácter capaz de competir con el de Pilar Cisneros, quien, según fuentes allegadas al Gobierno, no vio con buenos ojos la partida de Natalia.
Un buen manejo del Ministerio de la Presidencia puede acortar el camino hacia la silla presidencial, pero también es capaz de generar la debacle de cualquier político en ascenso. Esto solo el tiempo lo dirá.