Las costas de nuestro país se caracterizan por su gran riqueza marina, sin embargo, esto contrasta con los altos índices de pobreza entre sus habitantes. Las regiones costeras parecen invisibles ante los ojos de los gobernantes, quienes solo se acuerdan de estas poblaciones en campaña política, cuando las visitan para pedirles votos.
Lastimosamente, y sin que suene a excusa, estas carencias económicas llevan a muchas personas a meterse en negocios no tan lícitos, los cuales han provocado que las zonas costeras desplacen a la capital en cuanto a temas de criminalidad.
Es difícil leer que lugares que deberían de caracterizarse y llamar la atención por sus bellezas naturales se adueñan de los titulares de los medios de comunicación porque han aumentado la cantidad de asesinatos, de tumbonazos y crímenes.
El Informe del Estado de la Nación deja muy claro un hecho que no debería hacer que los puntarenenses, limonenses y guanacastecos se sientan muy orgullosos, y es que en estas zonas se produjo la mayor cantidad de homicidios del país.
Las provincias con mayor prevalencia de asesinatos hasta el momento son Limón, con 52 casos, y Puntarenas con 50, particularmente en los distritos de El Roble y Chacarita con 17 y 16 respectivamente.
Y no es solo que estén matando más gente, sino que los crímenes se tornan cada vez más atroces… personas partidas en pedazos, quemadas dentro de carros y hasta intentos de sicariato en medio de lugares donde hay un montón de gente inocente que puede verse perjudicada por una bala que ni siquiera era para ellos.
Lastimosamente la inseguridad golpea con bastante fuerza estos lugares, lo que provoca que la gente lo piense aún más para ir a vacacionar a dichos sitios, situación que complica aún más la parte económica de muchas de estas familias que se dedican más que todo a la actividad turística, ya sea por unas cabinitas, un restaurante o una sodita y hasta aquellos que venden recuerdos de esos que vuelven locos a los turistas porque se llevan un pedacito de Costa Rica.
Una de las situaciones más alarmantes sobre estos crímenes es lo jóvenes que son a quienes están asesinando, pues mientras varios se matan entre sí, los otros jovencitos de su misma edad la única preocupación que tienen es asistir a clases, sus amores de adolescencia o tener los videojuegos del momento para disfrutar en sus ratos libres. Es así como a veces pareciera que vivimos en dos países diferentes; uno donde la inquietud de los muchachos es sobre su futuro y otro donde reina la violencia y no se sabe qué depare el porvenir.
Es realmente preocupante saber que existen grupos narco en los cuales sus miembros ni siquiera llegan a los 21 años y peor aún enterarse de que muchas de las muertes que se han dado es por el simple placer de matar. Es un mundillo de drogas y venganzas que no refleja la idiosincrasia que nos ha dado prestigio ante el mundo, mientras criticamos a otros países por lo que ahora precisamente está sucediendo en el nuestro.
El tema no está solo en hacer como si nada pasara, pensando en aquello de que “ojalá se maten entre ellos”, pues el problema es que en algún momento usted o alguno de sus seres queridos podría estar en el lugar, el día y la hora menos indicada y salir “favorecido” con un número de la rifa de la violencia.
Nos preguntamos entonces qué están haciendo las autoridades para mejorar la condición de vida de los jóvenes en las zonas costeras, especialmente los puntarenenses, en una provincia con escasas oportunidades laborales y lugares de esparcimiento bastante maleados.
Para nadie es un secreto que los grupos criminales se aprovechan de la pobreza, las necesidades en las que viven para seducirlos a entrar en negocios ilícitos, con la creencia de que tendrán esa vida que se ve en las narconovelas, donde los hombres malos están rodeados de mujeres, lujos, licores y dinero.
Sin embargo, muchos de ellos al principio no piensan en los lujos sino en poder ayudar a sus papás a llevar un plato de comida a la mesa, pues si las opciones para los jóvenes están escasas, para los adultos aún más. Algunos lo que saben es pescar, pero ahora con las leyes pro ambiente les han arrebatado esta opción.
Como país, no podemos hacernos que no es con nosotros, hay que dejar de pensar que “como no es en mi comunidad o no son mis hijos, no tengo por qué preocuparme”. Como adultos responsables, debemos poner nuestro granito de arena porque, si entre todos nos ayudamos, entonces podemos hacer de Costa Rica un mejor país.