Definitivamente eso de los cargamentos de cocaína en productos agrícolas que salen de los distintos puertos nacionales no es novedad, sin embargo, preocupa a más no poder la proliferación de este tipo de conductas delictivas que no hacen más que dejarnos mal parados ante la comunidad internacional.
En una semana, las policías de España y Estados Unidos interceptaron piñas ticas con drogas, lo mismo ha sucedido con cargas de chayotes y otros productos que salen embalados de nuestras aduanas y que curiosamente llevan sustancias ilícitas, pero nadie se da cuenta en el país.
Costa Rica siempre ha sido un país que goza de buena imagen por su gente, su paz, el medio ambiente, entre muchas otras características y por lo cual nos ganamos la confianza de algunos destinos con los cuales comerciamos en todo el orbe.
Pero esa excelente imagen no se sostiene sola, ya no, y la cosa tampoco es como dice el dicho “cría fama y échate a dormir”, pues ya ven la buena fama se nos acaba con las malas acciones que de forma repetida se están cometiendo.
Hoy el escenario costarricense es otro, los Estados Unidos, el mercado más grande al que llegamos con nuestros productos, nos incluyó en la lista de nefastos negocios, estamos en la mira por lavado de dinero y narcotráfico. Claro que verse en esas listas es impresionante pero más que eso, causa un deterioro incuantificable que se disemina por el mundo.
Estar en esa categoría no halaga a nadie y menos cuando Costa Rica lucha con una crisis fiscal y con el crimen organizado como nunca antes en la historia, eso está minando la calidad de vida de los ciudadanos, disminuye además las posibilidades de inversión del propio Estado en seguridad, educación y hasta salud y propicia el estancamiento económico y social.
Hay que sumar que ya somos exportadores importantes de drogas no solo a Estados Unidos, sino a Europa, y desde hace unos dos años algunos socios europeos giraron alerta acerca de nuestras cargas y posibles mercancías ilegales, para ese momento la orden explícita era revisar la mayoría de contenedores ticos.
Alemania fue de los primeros en ponerse vigilantes y no es para menos, pues de acá se mandan cargas de frutas, vegetales y hasta follajes con estupefacientes. Muchos de esos productos han llegado a las góndolas de supermercados con nuestra marca país.
Y no hay forma de quitarse el tiro. Las autoridades tanto nacionales como internacionales saben que esas mercaderías son controladas desde nuestro suelo y por falta de supervisión en puertos termina en aquellas latitudes. Los benditos escáneres -que se anunciaron con bombos y platillos- fueron flor de un día.
Cuando pensamos qué o quiénes están detrás de estos negocios y cómo han proliferado en Costa Rica tales modalidades, pues antes solo los veíamos en las películas y en noticias del extranjero, no podemos más que pensar que ya somos presa fácil del tráfico de drogas que se ha instalado cómodamente y hasta con privilegios en nuestra tierra.
En una ocasión, el exfiscal general Jorge Chavarría habló de que en estas tierras se conforman empresas con ejecutivos de alto nivel para manejo de negocios ilícitos.
Adujo que poco se registra o fiscaliza la constitución de sociedades e ingresan capitales para operar esas actividades.
Acá en el mercado hay empresas de papel que las leyes han permitido nacer, crecer y reproducirse y que a simple vista se sabe que son ilícitas.
Tampoco ya nadie se impacta al ver personas con lujos desbordantes, no extraña ver a un nuevo millonario, ni asombra que de pronto abran una oficina de asuntos sin importancia, pero el mánager conduce un superauto de 40 mil dólares, viste trajes importados y habla con acento extranjero. Puertas adentro un escritorio y mucha destreza para uno delatarse.
A veces carros llegan y se marchan, nadie conoce a nadie y menos hay relación con los vecinos del barrio o del mismo edificio.
Los que están detrás de estas organizaciones son ejecutivos de empresas fantasma, pero a simple vista muy adinerados y que de acuerdo con las investigaciones policiales sostienen acá la logística de los negocios ilegales que nos están dejando por el suelo en el mundo.
No es que hasta ahora lo sepamos, sino que la actividad avanza a pasos agigantados y parece que no tenemos cómo ni con qué hacerle frente.
Ya no se trata de una Colombia que por años tuvo la pésima imagen, sus habitantes eran monitoreados en todos los aeropuertos y puertos del orbe, el flagelo de la droga los marginó a tal extremo que hubo sistemas de becas internacionales que discriminaron a los jóvenes cafeteros por tal situación. O bien a los mexicanos o a los guatemaltecos por esta misma circunstancia.
Costa Rica no está lejos de esta realidad, ya las exportaciones están en la mira y los clientes internacionales son muy celosos y precavidos.
¿Pero si estamos frente a este panorama tan nefasto qué hacemos? Eso podemos decir que solo los expertos lo sabrán contestar, pero es sencillo y la experiencia de otros lo ratifica, detener el narcotráfico es imposible aseguran algunos, mientras otros apuestan a legalizarlo y listo.
Mientras tanto, Costa Rica no puede quedarse de brazos cruzados y en forma inmediata debe implementar medidas estrictas para atenuar lo que ocurre, hay que ser mucho más rigurosos en la confirmación de sociedades, supervisar los capitales emergentes sin justificación, invertir en tecnología en fronteras y puertos, ser más rigurosos en materia migratoria, pues acá entra todo el mundo como el pobrecito y con una lista de antecedentes impresionante. Inteligencia, ante todo, es costosa pero necesaria.
Las aduanas en este país son tierra de nadie, las revisiones son aleatorias, semáforo rojo, semáforo verde y cuando cae un cargamento era cantado. La revisión es escasa y a veces poco minuciosa.
¿Cómo acá salen tantas cargas de droga y son otros países los que generan mecanismos de resguardo para delatarnos y evitar que estemos en sus puertos con contenedores inestables?
¿Quiénes chequean a las navieras, a las empresas de aduanas, a los transportistas? Nadie, cada quien en lo suyo y luego todos cargando la mala imagen.
Pero hay muchos factores que nos hacen atractivos para dirigir desde acá los negocios, va más allá de las cuestiones de seguridad y la falta de recursos, el sistema judicial tan amigable que tenemos, las garantías procesales, las bajas penas, los centros de reclusión cinco estrellas comparados con los demás del área, la seguridad jurídica, la estabilidad política y la gente tan amble y condescendiente que somos.
Entonces, la tarea es ardua y las acciones deben ser prontas, ya que vivir con semejante mala imagen es inconcebible.