¿En esta barca?
El pasado 27 de marzo, en su bendición Urbi et orbi –a la ciudad y al mundo–, el papa Francisco reflexionó sobre el remar conjuntamente y nos recuerda: “En esta barca, estamos todos. Al igual que a los discípulos del Evangelio, nos sorprendió una tormenta inesperada y furiosa. Nos dimos cuenta de que estábamos en la misma barca, todos frágiles y desorientados; pero, al mismo tiempo, importantes y necesarios, todos llamados a remar juntos, todos necesitados de confortarnos mutuamente… descubrimos que no podemos seguir cada uno por nuestra cuenta, sino solo juntos”.
Y ¿por qué remar juntos? Remar juntos… porque Costa Rica somos todos: mujeres y hombres, niñas y niños, jóvenes y adultos, abuelas y abuelos. Desempleados, trabajadores, emprendedores, empresarios y gobierno; todos -incluso extranjeros que nos acompañan-, todos somos Costa Rica… (aquí somos esenciales, sin exclusión) y nos necesitamos juntos.
El peligro nos atormenta y debemos afrontarlo unidos, no separados.
El Covid-19 es como un “ejército inesperado y furioso”, que nos angustia (por el temor a lo invisible, por el miedo a la enfermedad, por el riesgo, por el dolor que causa la pérdida de seres humanos). A este ejército: esta “guerra” sólo la ganamos cooperando con responsabilidad personal y social (los egoísmos no son aplicación de la inteligencia. Y los populismos son de: políticovirus).
Y, como en toda guerra… hay consecuencias inmediatas y posteriores.
El presente es preocupante. El futuro inmediato… difícil. Y el pasado nos recuerda lo frágil de nuestra economía. Datos del INEC -a principios de año- alertaron: “El desempleo creció a 12,4% al cierre de 2019. La desocupación afecta especialmente a las mujeres, con 16,7%”.
Esos datos alarman. Es triste: más de 300 mil personas sin trabajo (sin poder de compra).
Asimismo, 11% está en condición de subempleo… trabajan menos horas de las que desean. Y la tasa de desempleo, incluyendo los desalentados (los que se cansan de buscar trabajo) alcanzó 14,2% en el último trimestre del 2019. También que el 46,5% de las personas, en edad de trabajar, está en el empleo informal (trabajan sin estar registrados y sin cotizar a la seguridad social).
Lo anterior significa más de un millón de personas con escaso dinero.
El déficit fiscal, del Gobierno Central, cerró en 6,96% del PIB en el 2019.
Esa fue la realidad económica antes del coronavirus. A hoy, la situación es aún más delicada.
En comunicado de prensa CP-213-2020-CP-050-2020, del 27 de marzo del 2020, el Gobierno cita: “La crisis mundial del Covid-19 ha provocado despidos, suspensiones de contratos de trabajo y recortes de jornada, lo cual implica una gran crisis social para las familias que no van a poder cubrir sus necesidades básicas. Los países desarrollados han anunciado una crisis de desempleo. Por ejemplo, en Estados Unidos se estima que el desempleo es probable que llegue al 30%. Costa Rica debe prepararse para enfrentar secuelas económicas similares. Sólo en el sector turismo hay más de 200 mil personas afectadas”.
Y DIARIO EXTRA, el 28 de marzo, informa: La agencia calificadora de riesgo Standard & Poor’s “alertó que la economía tica caerá 1,5% del Producto Interno Bruto (PIB) para el cierre de este año y que el déficit fiscal alcanzaría un 8% de la producción nacional. La contracción obedecerá al fuerte impacto que se espera ante el panorama ocasionado por el Covid-19, la baja demanda en el turismo y las exportaciones”.
Ante el coronavirus (peligroso como la muerte) se nos requiere a todos: colaborando… fuertes como el bambú -que se puede doblar, pero no se quiebra-. Se nos necesita solidarizándonos unos con otros: apoyando al productor; igualmente, por ejemplo, a transportistas y comerciantes.
A nuestra producción y a nuestra economía: la fortalecemos cada persona… todas las personas. Vendiendo -con justicia- y comprando lo necesario… lo nuestro.
Y deberíamos también fortificarnos con un pacto tripartito (trabajadores, empresarios y gobierno) que respete a productores, consumidores y usuarios.
Costa Rica “Salve, oh patria, tu prodigo suelo… dulce abrigo y sustento nos da”; Costa Rica: como decía el Benemérito Calderón Guardia nos requiere como “un movimiento de colaboración en el que todos los costarricenses, como miembros de una misma familia, pongan su contingente de buena voluntad y generoso desinterés”.
Costa Rica es nuestra: con todos, de todos y para todos. Sin olvidar lo que expresó el Papa, en su bendición Urbi et orbi: “nadie se salva solo”.
*Diputado Republicano, prosecretario del Directorio legislativo