Cada costarricense usa al menos 668 metros cúbicos de agua por año. Esto ubica al país en el noveno lugar entre los que más utilizan dicho recurso entre los países miembros de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
El país que más agua gasta es Colombia. Los colombianos consumen 1.988 metros cúbicos por persona, casi tres veces más que Costa Rica. En la lista siguen Perú, Azerbaiyán, Armenia, Grecia, Turquía, Estonia y México.
El promedio de consumo por parte de los países de OCDE es de 738 metros cúbicos, superior a nuestro país. Por el contrario, Luxemburgo, Latvia, Eslovaquia, Lituania, Chequia y Bielorrusia utilizan menos de 150 metros cúbicos por persona.
Contrario a lo que se cree comúnmente, no son las familias las que generan la mayor presión al estrés del recurso hídrico. Según la expresidenta del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA), Yamileth Astorga, hay que mejorar las prácticas en el consumo de agua del sector agropecuario para reducir los datos del país. “Nosotros en el AyA hicimos una investigación en 2021 sobre consumo de agua, el 75% del agua la consume el sector agropecuario, le siguen las familias con un 10,7%, las industrias con 9%, el turismo con 1,5% y el resto otras actividades”, externó.
Según Astorga estos datos no son diferentes a los que tienen otros países que andan en promedio en el 69% o 70%. Debido a esto, en el futuro cabría esperar que este consumo aumente producto del crecimiento poblacional en el mundo, lo que incrementaría la demanda de agua para el sector de producción de alimentos.
¿QUÉ PROPONE LA OCDE?
La OCDE está consciente del impacto que sus países agremiados tienen en el consumo de agua potable. Por esta razón ha creado una política de principios y otra de gobernanza en temas del vital líquido.
Estos instrumentos no solo pretender mejorar el consumo, sino que buscan también evitar contaminación del recurso hídrico y lograr el acceso democrático a este mismo.
Según datos de la OCDE, el agua dulce accesible y de alta calidad es un recurso limitado y de gran variabilidad. Las proyecciones de la OCDE indican que el 40% de la población mundial vivirá en cuencas hidrográficas bajo estrés hídrico y la demanda del agua se incrementará en un 55% para 2050.
Uno de los temas a nivel global que preocupa a esta organización multinacional es la inversión. Estiman que para resolver este problema se necesitarán ¢3.354 billones anualmente, para que en ese 2050 se puedan cumplir los objetivos de acceso al agua. Ese presupuesto representaría todo lo que producen Alemania e Italia juntas todos los años por 25 años.
El marco de gobernanza de la OCDE encuentra una serie de brechas que tienen los países para resolver el tema. Estas brechas se encuentran en las áreas de objetivos, políticas, rendición de cuentas, financiamiento, capacidades, de información y administrativas.
Todos estos problemas están provocando que el mundo continúe con rezago en reducción del consumo y en mejorar el acceso universal al agua potable.
RETOS EN EL AGRO COSTARRICENSE
Todos los países que encabezan el consumo de agua entre los de la OCDE tienen un importante componente de producción de alimentos en su economía. Nuestro país no es la excepción.
Para la expresidenta del AyA, Yamileth Astorga, hace falta inversión y transferencia tecnológica para que el agro pueda reducir el impacto en el consumo de agua potable.
“Uno ve Guanacaste y encuentra que gran parte de la producción agrícola se hace con aguas subterráneas que podrían ser para consumo humano por su nivel de potabilidad y no con aguas superficiales. Por eso un proyecto como Paacume se hace tan importante para el país”.
Otra forma tecnológica que se puede implementar es el riego por goteo. En otros países esto ha traído un enorme ahorro en agua potable.
Astorga asegura que la razón por la cual estos temas no se implementan en el país es por temas económicos, ya que los cánones por uso de agua son muy bajos. “Uno puede pensar en hacer una inversión para tener un sistema de goteo, pero si lo que estás pagando por el agua es muy poco, no hay un incentivo real a cambiarse de técnica”, concluyó Astorga.