Los efectos económicos y sociales de la pandemia por Covid-19, el cambio climático y la guerra en Ucrania marcan un punto de inflexión crítico en el escenario global y definen el imperativo de trazar nuevos caminos orientados a la solidaridad, la construcción de alianzas y la búsqueda de cooperación para el desarrollo.
Con miras a ello, Costa Rica asistirá por invitación y por segundo año consecutivo al Foro de Davos, organizado por el Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés); que reunirá del 16 al 20 de enero, en Suiza, a más de 2.800 líderes internacionales de los sectores públicos, privados, organizaciones no gubernamentales y sociedad civil, con el propósito de impulsar soluciones con visión de futuro y abordar los desafíos globales más apremiantes, bajo el lema “Cooperar en un mundo fragmentado”.
La reducción en los niveles de inversión, la baja productividad, la alta informalidad, la desigualdad, la inseguridad cibernética y la pobreza, en un contexto de exclusión, lanzan fuertes alertas sobre la importancia de generar sinergias y actuar en línea con los Objetivos de Desarrollo Sostenible para cerrar las brechas sociales y económicas que golpean al mundo y, en particular, a América Latina y el Caribe.
El Foro de Davos es, además, una importante oportunidad para posicionar aún más nuestra marca país y atraer más inversión extranjera directa. Para ello, Costa Rica sostendrá reuniones al más alto nivel con líderes de Indonesia, España, Suiza, Emiratos Árabes Unidos, el Reino de Arabia Saudita, Finlandia, Eslovenia, Ucrania, Estados Unidos y con los gerentes de las más grandes compañías multinacionales, que son generadoras de empleo a nivel global.
A la vez, conscientes de la importancia de proyectar a Costa Rica como un país que trabaja por garantizar el derecho humano a un ambiente limpio, saludable y sostenible, seré panelista en un foro sobre la importancia de la eliminación de plásticos de un solo uso; y el presidente de la República, don Rodrigo Chaves, participará activamente en foros sobre soluciones sostenibles, economías verdes en América Latina y sobre la importancia del fortalecimiento de las democracias.
Este espacio con líderes globales también genera puntos de contacto en favor de una cooperación orientada a mejorar la calidad de vida de las poblaciones más vulnerables y la construcción de sociedades más resilientes. Sin embargo, para superar esas barreras, el discurso sobre la cooperación para nuestra región debe cambiar.
Ir más allá del PIB. Para que la reactivación económica y la reconstrucción de la región sean reales, la inversión debe ser sistemática y debe estar alineada con el desarrollo sostenible, y considerar la necesidad de mitigación y adaptación al cambio climático. Si no queremos comprometer el futuro de las generaciones presentes y futuras, es preciso una acción coordinada y un mayor acceso a financiamiento y cooperación internacional.
En nuestra región, la mayoría de países son catalogados de “renta media” y, pese a que hemos realizado importantes avances en materia de desarrollo, aún tenemos grandes rezagos que el crecimiento económico no retrata a cabalidad. Por eso, es preciso considerar otros indicadores, más allá del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita para medir el desarrollo de las naciones.
La cooperación debe adaptarse a las necesidades específicas de los países y tratar de abordar las brechas estructurales de desarrollo. Debe ser una cooperación de tipo multilateral, multinivel, que involucre a actores tradicionales y nuevos mediante la cooperación horizontal, regional, Sur-Sur, Norte-Sur, Sur-Norte y triangular; y que trabaje con un amplio conjunto de herramientas que incluya, entre otros, instrumentos de financiación, fondos de cambio climático, blended finance, canjes de deuda por medio ambiente y movilización de recursos internos. Esto apoyaría el intercambio de conocimientos, la creación de capacidades y la entrega de las transferencias necesarias para salir de los puntos muertos del desarrollo.
Costa Rica está convencida de que una concepción multidimensional del desarrollo sostenible es el vehículo que puede colaborar con las demandas determinadas para disminuir las brechas estructurales de los países.
Esta propuesta debe ir alineada a la consecución de Objetivos de la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, con un enfoque que coloque en el centro a las personas, que sea universal y transformador, y orientado a la erradicación de la pobreza en todas sus formas y dimensiones.
En ese sentido, es imperante establecer una hoja de ruta que conduzca a una cooperación más efectiva e idónea en estos momentos, redireccionada y rediseñada, pues el sistema actual fomenta el crecimiento económico, pero no considera la distribución del ingreso, la equidad o el bienestar, entre muchos otros aspectos de una concepción más amplia de desarrollo sostenible desde su multidimensionalidad.
Estamos llamados a trabajar por la reactivación económica, así como robustecer los sistemas sanitarios y tecnológicos, con un enfoque de igualdad, fortalecimiento de las democracias y de derechos humanos, para mantener la estabilidad en tiempos tan complejos.
La cooperación internacional, la solidaridad y el intercambio de experiencias entre países y actores son fundamentales para que, como colectivo global, establezcamos la ruta a seguir para salir delante de los enormes retos que vivimos, en línea con el desarrollo sostenible, desde un enfoque multiactor y multinivel, poniendo a las personas y a la naturaleza en el centro del progreso y del bienestar.
Solamente uniendo esfuerzos podremos superar con esperanza los inconmensurables desafíos que enfrentamos sin dejar a nadie atrás. Solo a partir del diálogo y la cooperación podremos caminar hacia un modelo de desarrollo, más equitativo, más democrático y más humano, que construya comunidades más solidarias y resilientes.
*Ministro de Relaciones Exteriores