Cada vez que en alguna comunidad se realiza un evento con monta de toros, los organizadores contactan a Wilberth Valverde Varela, pero no para que lidie con las bestias. Por el contrario, para que armado con un trozo de madera y gubias les dé vida a los ejemplares de mayor renombre, seguidamente las esculturas son entregadas como reconocimiento.
La técnica que emplea en la talla le permitió ser llamado por varios expresidentes para plasmar por ejemplo símbolos nacionales. También puso su granito de arena en las restauraciones del Teatro Nacional, la iglesia de la Merced, la Catedral de San José, la Basílica de los Ángeles en Cartago, el templo de La Agonía en Liberia, Guanacaste, y el de Palmares, Alajuela.
Pero su creatividad trasciende los límites y de igual forma trabaja la flora y fauna de nuestros bosques como siluetas de diferentes profesionales y retratos, entre otros, con los cuales se gana la vida. Estas se encuentran en países como Italia, Holanda, China, Estados Unidos, Honduras y República Dominicana.
LIBRO DE VIDA
El artista le confesó a DIARIO EXTRA que en su infancia descubrió su gran habilidad para el dibujo y la pintura. No fue hasta años después que logró dedicarse al arte a tiempo completo.
“Todo comenzó cuando cuidaba una pulpería de un hermano y llegaban unos muchachos a comprar pan y refrescos; un día les pregunté en qué trabajaban y me dijeron que tallaban en madera. Los acompañé, observé la técnica y luego me contrataron para dibujar por unos seis meses”, narró.
Por azares del destino tuvo que laborar junto a su padre en el campo, así como cuidando un almácigo de café, y se separó del arte. Sin embargo con orgullo recuerda que con el dinero de las extensas jornadas logró comprar las primeras gubias en 1987.
“Nunca voy a olvidar que me costaron ¢11 mil, eso era un platal en esa época. Luego comencé a aprender, a manejar las herramientas, siempre me gustó dibujar y por ahí me incliné. Fui creando la parte mía en cuanto al dibujo y ahora en una área más artística, no tanto los muebles. Me encanta hacer muebles finos, pero aquí no me respaldan en ese sentido”, agregó.
TIEMPO Y DEDICACIÓN
Para sus obras selecciona maderas como, pochote, cenízaro, guanacaste y melina por ser más suaves y fáciles de modificar.
Depende de la pieza tarda 15 días en el taller e incluso hasta un mes. Nos contó que en una “Santa Cena” duró dos meses, pero el resultado fue sorprendente.
“El material es muy dócil y muy bello para trabajar, te puede dar cualquier color porque recibe cualquier tinte. Esto es parte de mi vida, el comenzar uno con una pieza de madera en bruto, darle forma, transmitirle algo es especial. Primero lo analizo para pulir detalles y se que a la gente le llamará la atención”, indicó.
Un hombre humilde pero comprometido con su trabajo y enamorado de su pueblo natal, La Granja de Palmares, Alajuela, aseguró que el máximo reconocimiento es el aplauso de la gente.
“Uno se siente orgulloso de lo que hizo, por eso hay que hacerlo bien, porque si no le pones el cariño y el amor no te va a salir una pieza bonita. Por ejemplo, con los cuadros de la monta es bueno que me busquen para los diferentes diseños. Con este trabajo le llevo el sustento a mi familia y es parte de mi arte”, indicó.