Jorge Rodríguez Vives*
Este jueves se celebró una ocasión profundamente significativa para la identidad costarricense: la conmemoración del 75 aniversario de nuestra Constitución Política y la celebración del Día de la Democracia. Al recordar aquel 7 de noviembre de 1949, evocamos un momento en que la voluntad de nuestros líderes y la convicción de nuestra sociedad se unieron para plasmar, en un documento invaluable, los principios fundamentales que guiarían nuestro destino.
La Constitución que hoy celebramos no es solo un conjunto de leyes; es el reflejo de los valores que definen a Costa Rica como nación: la paz, la justicia, la libertad y la igualdad. En sus páginas vive el espíritu de aquellos que, con determinación y visión, establecieron un pacto social que ha perdurado a través de las generaciones, adaptándose a los tiempos sin perder su esencia.
Celebramos, asimismo, el poder de la democracia, que ha sido nuestra brújula y nuestra mayor fortaleza. Yo he invertido algún tiempo en mi vida a leer las actas de la constituyente y es fabuloso entender la hidalguía de que en 1949 había personas tan visionarias. En el evento efectuado, tuvimos el honor de exponer 18 documentos originales que nos acercaron a ese pasado histórico. Estos documentos son testigos de una Costa Rica que se construía en unidad, y son también un recordatorio del compromiso que debemos mantener para proteger nuestra democracia y fortalecer nuestras instituciones. También estuvieron presentes los retratos de los principales autores de esta Constitución, hombres y mujeres de espíritu valiente y pensamiento amplio, quienes supieron ver más allá de sus tiempos para cimentar el país en el que hoy vivimos.
Y, finalmente, la firma que consagró la Carta Magna, un símbolo de la firmeza y el acuerdo que hicieron posible este pacto histórico. Estos 18 documentos, engalanados con la propia Constitución, son esenciales en nuestra identidad, pero para que sean relevantes hoy, deben inspirarnos a reflexionar sobre nuestro futuro, porque si bien es cierto, somos herederos de un pasado glorioso, es tiempo de entender que tenemos que remozar nuestro sistema y nuestro pacto social para que de verdad tengan un futuro que da respuestas a los que han sido ignorados por tanto tiempo.
Como decía David Held “la democracia no es un producto terminado; es una forma de vida que debe reinventarse continuamente en el contexto de los cambios sociales y globales”. Es para mí una alegría poder decir que la celebración efectuada fue el resultado de una colaboración significativa entre diversas instituciones: el Archivo Nacional, la Imprenta Nacional, el Museo Nacional, la Dirección de Bandas, el Instituto Nacional de la Música, la Compañía Lírica Nacional y la Compañía Nacional de Teatro.
Cada una de estas instancias del Ministerio de Cultura y Juventud ha puesto su talento, su tiempo y su empeño para poder celebrar esta fecha. La suma de voluntades de estos organismos muestra que, cuando nos unimos en un propósito común, la diferencia que podemos hacer es inmensa y transformadora. Es hora de que tomemos tiempo de pensar. Pensar en qué nos debemos a nosotros mismos y qué nos debemos como sociedad, unos con otros. Es tiempo de que volvamos a tener la capacidad de hablar claro y de que finalmente coincidir a pesar de las diferencias. Debemos tener el valor de coincidir.
Hay mucha gente que espera respuestas y que ve que la democracia no le da respuestas, porque nos hemos encargado de que la gente no se vea reflejada en la política pública. Es hora de que demos respuestas, es hora de que pensemos en las siguientes generaciones y dejemos las luchas por metros cuadrados propios atrás. El éxito de la democracia es que la gente vea respuestas.
Como ha indicado Minouche Shafik “lo que debemos unos a otros no es solo una cuestión de ética, sino de supervivencia social. Necesitamos un nuevo contrato social que garantice justicia y equidad para todos… la prosperidad de una nación no solo se mide por el crecimiento económico, sino por su capacidad de cuidar a los más vulnerables y asegurar que todos tengan un lugar en el futuro”.
Pero no solo rememoramos el pasado, sino que también fortalecemos los valores que mantienen viva a nuestra democracia. Con la celebración efectuada, renovamos nuestro compromiso de seguir preservando y enriqueciendo nuestra herencia cultural y democrática para las futuras generaciones.
Hoy, como hace 75 años, Costa Rica sigue siendo un país de paz, un país de instituciones sólidas, hoy, más que hace algunos años, hemos puesto las instituciones a servirle a la gente. Que esta celebración inspire a cada uno de nosotros a tomar el reto que la historia nos pide que juguemos como herederos del pasado glorioso y constructores del futuro promisorio que Costa Rica y su gente merecemos.
*Ministro de Cultura y Juventud