La formulación completa del Padre Larrañaga es que “los desposeídos son sabios, y solo ellos son sabios, porque ellos son los únicos que miran el mundo con ojos limpios”. Por el contrario, los que actúan bajo los impulsos del “yo” (llenos de él) lo ven todo a través de sus deseos y temores. Es decir, que mientras no se sea vacío de sí, pobre, no se ven las cosas como son sino deformadas por el deseo de apropiación o el rechazo según el interés que se tenga sobre ellas. El vaciado de sí, el “desinteresado”, está en condiciones de verlo todo como amigable y se sentirá invitado a unirse naturalmente a todos los seres de la creación, la petición del mismo Jesús en su despedida, “que sean uno” (Juan 17,22). “Por lo cual”, concluye el Padre Larrañaga, “el pobre y desposeído respeta todo, venera todo porque en su corazón no hay movimientos posesivos ni agresivos. Es tan sensible que llega a sentir como suyos los problemas ajenos”. Y añade: “No juzga, no presupone, no piensa mal; hay en sus actitudes un aire de cortesía, es capaz de tratar a los demás con la misma benevolencia con la que se trata a sí mismo, es capaz de cargar a hombros el dolor de la humanidad. En resumen, habiendo apagado la pasión del ‘yo’, el desposeído ha pasado a la compasión para con el mundo”. En la práctica y para lograrlo poco a poco, hay que vaciarse de sí mismo liberándose de la ilusión del “yo”.
Entendido, y para ello es necesario vivir despierto, atento a uno mismo mediante la introspección y la reflexión. Darse cuenta y convencerse de que el falso “yo” es la raíz del sinnúmero de males que padece el ser humano por dejarse llevar por esos sentimientos que origina: apropiaciones y rechazos, según los casos. De ahí la necesidad absoluta de ejercitarse en el vacío mental, lo que conlleva el “si hablan mal de ti”, puntualiza el mismo Padre Larrañaga, “no te defiendas, si no te salen bien las cosas no te justifiques, no des entrada a la autocompasión, no busques elogios, rehúye los aplausos… Y así, si le vas retirando el aceite, la lámpara acabará por apagarse y habrás ganado la batalla de la libertad”.
Aún he de volver al tema en próximos escritos, Dios mediante.