El pasado 13 de noviembre tuve la oportunidad de visitar, junto con funcionarios de mi equipo de trabajo, el Proyecto Hidroeléctrico Reventazón que el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) está terminando de construir en Siquirres, en la provincia de Limón. Cuando salimos de las instalaciones, después de un arduo día de trabajo, nuestro criterio y concepción de lo que representa el ICE para el pueblo de Costa Rica salieron más que fortalecidos. Hasta que uno no ve lo que es capaz de hacer esta institución tan vital para el desarrollo humano de Costa Rica, no se imagina de lo que somos capaces los costarricenses como sociedad.
Esta obra hidroeléctrica constituye un megaproyecto de ingeniería, administración y logística, propio de un país desarrollado; y lo estamos haciendo con recursos humanos costarricenses, desde los ingenieros, administrativos, soldadores, tuneleros, peones y hasta cocineros; tecnología costarricense y logística administrativa costarricense. Ello, sin demérito de la vocación global del ICE en cuanto a siempre asesorarse y buscar las mejores prácticas internacionales en este tipo de obras.
Lo que siente uno cuando pasa encima de la represa, cuando atraviesa los túneles, cuando visita la casa de máquinas del proyecto, es un gran orgullo, por un lado, y una gran extrañeza, por el otro. Lo que ha hecho el ICE en tan solo cinco años, es una obra de ingeniería que supera todo lo hecho hasta el día de hoy y que sólo es sobrepasado, en complejidad y tamaño, por la ampliación del canal de Panamá, en el contexto centroamericano. Se trata de la megaobra de ingeniería más reciente del instituto y el más grande proyecto de infraestructura hidroeléctrica de Centroamérica, el cual generará un total de 305 megavatios (MW) de energía limpia para el país.
Esta maravilla de la ingeniería costarricense, cuya represa tiene 130 metros de altura, por 527 de ancho, tenía un costo programado por el orden de los 2.300 millones de dólares, suficiente para construir 23 veces el Estadio Nacional, pero, finalmente, costará unos 1.400 millones de dólares, cuando se inaugure en los primeros meses del año 2016, precisamente, por la mucha eficiencia constructiva de la institución. Cuando entre en operaciones, tendrá la capacidad para alimentar simultáneamente la energía eléctrica de 525 mil hogares costarricenses, más o menos la totalidad de las viviendas de Heredia, Cartago y San José juntos.
La gran ventaja estratégica y activo fundamental que le asiste al ICE para coadyuvar en el desarrollo, planificación, administración y construcción de obra pública es, precisamente, su experiencia histórica. Se trata de una entidad que luego de más de 60 años de existencia ha desarrollado un nivel de especialización en el desarrollo de grandes obras de infraestructura, mediante la construcción de enormes represas hidroeléctricas y obras conexas, tales como edificios, carreteras, túneles, taludes y sistemas hidráulicos y de tuberías, con profesionales y tecnologías costarricenses, que es comparable con cualquier empresa de renombre mundial.
Veamos algunos datos: la cantidad de concreto que se utilizó para construir la represa es equivalente a una carretera de rodamiento en cuatro carriles, de concreto, de 194 kilómetros de distancia, más o menos, una autopista de Liberia hasta el Aeropuerto Internacional Juan Santamaría. Además, en túneles, los llamados “hombres-topo” del ICE construyeron unos 8,4 kilómetros, lo que representaría una excavación igual a la distancia entre el parque metropolitano La Sabana y el inicio de la carretera Florencio del Castillo. Si vemos la distancia de rodamiento de toda la represa, que es de 535 metros de longitud, esto sería es equivalente a dos puentes iguales al que se ubica en el río Virilla, sobre la ruta 32.
Dejémonos de cosas; dejemos de enredarnos entre nuestros propios mecates: el ICE tiene toda la capacidad, tecnología y experiencia para construir cualquier obra de infraestructura que el país necesite; sea que se trate de autopistas, túneles, taludes, puentes o edificios. Y lo mejor, lo puede hacer sin afectar en lo más mínimo sus operaciones normales para darnos electricidad y telecomunicaciones a todos los costarricenses, porque estas obras las trabaja bajo la modalidad de administración de proyectos, lo que implica la contratación de equipos a plazo fijo, bajo una lógica de empleo allende el sector público en el sentido tradicional, que luego cesan su relación laboral con el ICE cuando se finaliza la obra. En este proyecto del Reventazón, el equipo es de 4.000 personas, todos trabajando en la obra, los cuales han sido capaces de sortear todos los escollos administrativos y tecnológicos del megaproyecto en tan solo 5 años. Y cuando el ICE reciba la obra, sólo necesitará tener unas 50 personas administrándola, ya como funcionarios de la institución.
Debido a estas evidentes ventajas para el país, y sobre la base de la recomendación hechas por la Procuraduría General de la República, hemos presentado el proyecto de ley para autorizar al ICE a desarrollar obra pública, expediente número 19.793, con el cual se otorga legal autorización para que la empresa participe en la construcción de obra pública, según lo estime prudente, bajo un esquema de administración por proyectos, a la vez que le resguardamos su seguridad y solidez financiera para que no se ponga en peligro su giro de negocios y sus obligaciones principales. Con este proyecto, dotamos al país de la herramienta que necesita para construir infraestructura de calidad, barata, eficiente y costarricense, por lo que invito a todas las fracciones parlamentarias y al gobierno a apoyarnos para que este proyecto sea aprobado con rapidez y urgencia, con el objeto de darle al ICE las potestades legales que necesita para seguir haciendo historia.
*Periodista y diputado de Restauración Nacional