¿En qué consiste la compensación? Se trata del mecanismo de defensa que estudió más Adler. Es así. Alguien que, aspirando a situaciones de superioridad y no lo consigue, se desquita, se “compensa” buscando sobresalir en otro cualquier campo. Hay también quien aparenta mucho más de lo que es para compensarse de algún mal real, de la índole que sea. Es el mecanismo de defensa de compensación de tipo ficticio. Ahí está el jactancioso, el pedante, el fanfarrón, el terco…
Otros ejemplos de mecanismos de compensación, bastante comunes que, quizás, usted ha vivido o ha constatado en otras personas: padres de familia que no se sienten bien en el hogar y compensan su malestar trabajando muchísimo en la oficina; mujeres que se sienten insatisfechas, por lo que sea, y se entregan con un raro fervor a los más diversos apostolados en su parroquia; el mal estudiante que, sintiéndose mal en la universidad, se aplica desmedidamente para sobresalir como atleta.
A los mecanismos de acción, agresión y compensación, hay que añadir el de transferencia, que también se le conoce como desplazamiento. Como lo dice la misma palabra, el mecanismo consiste un traspasar o “transferir” la emoción, habida en una situación, a otra completamente distinta; y ello, obviamente, como recurso defensivo.
Una elemental atención a situaciones de la vida le pone a uno ante reacciones de esa índole: se le quebró un objeto mientras sacudía el polvo de la sala y, sin más, ha de reprender por nada, a los niños que juegan tranquilamente en otro lugar.
Los psicólogos observan que normalmente transferimos nuestros sentimientos de malestar y agresividad hacia personas o cosas de las que nada tenemos que temer, por creerlas inferiores y dominadas. El oficinista, reprendido fuertemente por su jefe, se desquitará maltratando a la esposa o los hijos. Es la modalidad de mecanismos de defensa conocida como transferencia.
Sigo, Dios mediante, otro día con el tema de los mecanismos de defensa.