Opinión
A poco menos de un año de iniciar en forma oficial el proceso electoral 2025-2026, ¿cuál es el estado actual de la ciudadanía costarricense en relación con la decimonovena elección general desde el año 1953 a la fecha?
A lo largo del presente siglo, en cuyo caso los comicios de 2026 representan el sétimo para la escogencia de las más altas autoridades de los Poderes Ejecutivo y Legislativo y la cuarta que se celebra en forma totalmente separada de cualquier cargo de elección municipal, se han identificado ciertos comportamientos y dinámicas que por su reiterada permanencia en los distintos procesos político-electorales efectuados, pueden ya comenzar a definirse como rasgos configuradores del sistema político costarricense del siglo XXI.
Destacan entre estos:
1°. La pérdida de identidad partidista de un segmento elevado del padrón electoral convocado a las urnas.
2°. La alta volatilidad electoral, reflejada en los cambios de postura en torno a por quién votar, observadas de una elección a otra e incluso a lo largo de un mismo proceso electoral.
3°. La pérdida de peso y protagonismo de los partidos políticos, a pesar de ser los detentadores del monopolio de la representación política, según lo dicta el ordenamiento jurídico costarricense y su reemplazo por la preminencia adquirida por quienes son sus candidatos a los cargos de elección popular, especialmente los aspirantes a la Presidencia de la República.
4°. El incremento en la cifra de opciones electorales, alcanzando en las elecciones generales de febrero de 2022 el número histórico de 25 candidaturas presidenciales y 32 alternativas para la Asamblea Legislativa, distribuidas entre las siete provincias del país.
5°. En lo que podría catalogarse de una “paradoja”, a pesar de esa oferta variopinta tan elevada de opciones en las papeletas, se registra una alta tasa de abstencionismo, siendo nuevamente la última elección general la que arrojó la más elevada desde los comicios de 1953: en promedio un 40% a escala nacional.
A hoy, estos rasgos parecen mantenerse.
De conformidad con datos de distintos estudios de opinión se percibe una situación similar en cuanto a:
1°. Desafección partidaria reflejado en un 3,8% en promedio de valoración positiva sobre el funcionamiento de los partidos políticos.
2°. Pronóstico reservado en torno al resultado arrojado por las urnas el 1° de febrero de 2026 (aproximadamente un 70% de los entrevistados por uno de estos estudios no tienen definido a quién darían su voto).
3°. Ampliación de la oferta electoral continuaría. A los 34 partidos políticos inscritos se agregarían alrededor de catorce opciones más, actualmente en proceso de inscripción ante el Tribunal Supremo de Elecciones, lo que podría ampliar a más de cuarenta solo el número de casillas por la presidencia en la papeleta respectiva, en el hipotético escenario de que todos decidieren inscribir candidaturas.
4°. El abstencionismo podría mantenerse o aumentar, pues no parece todavía existir elementos distintos con capacidad de verificación que justificare suponer lo contrario.
*Politólogo