Todo mundo tiene derecho a una segunda oportunidad, eso sí, siempre y cuando de verdad se quiera hacer un cambio en la vida para volverse una persona de bien. Sacar gente a la calle para que siga delinquiendo no tiene mayor sentido.
Eso ha pasado con las famosas “golondrinas”, aquellos a quienes les han puesto las tobilleras, pero que a pesar de la segunda oportunidad prefieren seguir en los malos pasos.
Entre lo más preocupante que sucede con estos dispositivos, los cuales en algún momento vendieron con bombos y platillos como la solución al hacinamiento de las cárceles, es que en muchas ocasiones han servido para sacar a la calle a personas que nunca tuvieron la mínima intención de cambiar, ni mucho menos el aportar algo bueno a la sociedad.
Se supone que ponerles un artefacto de este tipo sirve para dejarlos salir a la calle y que poco a poco se vayan reincorporando a la sociedad, sin embargo, algunos lo ven como la oportunidad para seguir delinquiendo o, peor aún, otros lo toman como la posibilidad de desaparecer de las autoridades y ya no seguir monitoreados.
Pensamos que algo así sucede con 77 reos a los que les pusieron tobillera pero no han podido ser localizados por las autoridades, quizá lo que más preocupa es que comenzaron con estas iniciativas a finales del mes pasado; la primera semana no dieron con 16 personas y para la segunda intervención la cifra creció hasta llegar a casi 80 hombres o mujeres con dicho dispositivo que no estaban en el lugar en el que se supone iban a permanecer.
Como dirían los abuelos, hecha la ley hecha la trampa. Al parecer ya los reos dieron con la manera de desaparecer de las autoridades, irse para otros lugares, no ser localizados y dejar de pagar la condena para convertirse en prófugos.
Es sumamente preocupante ver que el proyecto de los brazaletes no es tan efectivo como anunciaron hace unos años, lo que más debería encender las luces de alerta es qué está pasando con el monitoreo, cómo es que los reos andan paseándose por todo lado sin ser detectados. En aquel momento, cuando los anunciaron, se dijo que establecerían un centro de monitoreo para vigilar a los reos 24/7 y ante cualquier movimiento extraño fuera del perímetro asignado por un juez se iba a alertar a las autoridades, pero la no localización de 77 de estas personas nos hace pensar que el sistema no está siendo muy efectivo.
Nosotros estamos convencidos de que hay personas que no delinquen porque sean delincuentes. Algunos caen en las manos de inescrupulosos que se aprovechan para envolverlos en negocios oscuros y hay otros a quienes los hace actuar la desesperación. Por ejemplo, una persona que entra a un supermercado para robarse algún comestible porque sabe que sus parientes pasan hambre. Reiteramos la petición: ojalá quien logre acceder a esta modalidad merezca la segunda oportunidad, que quiera una vida de bien y no de negocios oscuros. Ojalá esta posibilidad se logre dar a personas que no son un peligro para la sociedad y que no van a desaparecer de las autoridades como si fueran magos.