Todos conocemos que la herbolaria ha sido parte del botiquín básico para aliviar o paliar ciertos malestares del organismo, pues las plantas y hierbas aromáticas ofrecen incontables beneficios.
La manera tradicional de emplearlas es por medio de infusiones o tisanas, así como cataplasmas o compresas, jugos o decocciones, jarabes y, ya en presentaciones procesadas, por medio de cápsulas.
Ahora bien, es importante consultar con un doctor para cada caso en particular y sobre todo no dejar el tratamiento médico recomendado.
Para elaborar una infusión se puede agregar 1 cucharadita de la hierba a utilizar (ya sea fresca o seca y previamente autorizada por su médico) en 1 taza de agua hirviendo y dejar reposar de 5 a 10 minutos. Cuele y, si la tisana resulta amarga, endulce al gusto con miel.
Las tisanas se preparan de la misma forma que la infusión, únicamente que después de colarse se dejan reposar hasta enfriarse por completo y se consumen en tomas de 1 cucharada por hora o como haya indicado el experto.
Cuando se habla de decocción hay que agregar 1 cucharadita de la hierba indicada a una olla con agua fría. Después se lleva a hervor lento de 3 a 10 minutos y al final se cuela y endulza al gusto.
Cuando se trata de un jarabe, se necesita remojar 100 gramos de hojas frescas o secas en 1 litro de agua, calentar hasta que suelte el hervor durante 1 minuto, colar y dejar reposar de 2 a 3 días.
Luego se deberá agregar a esta preparación aproximadamente 500 gramos de azúcar (o en todo caso, una proporción al 50% dependiendo de la cantidad de líquido). También se puede utilizar miel.
Finalmente, en cuanto a la elaboración de jugos es importante utilizar un extractor de alimentos o bien exprimir las hierbas a mano. Cabe tomar en cuenta que la cantidad de hierba a utilizar será mayor y la concentración resultará intensa.
Es importante tomarlo en forma pura, es decir, sin diluirse. Por último, no olvide que la herbolaria es un recurso auxiliar y no hay que dejar de consultar al médico.
Ya sea para darles sabor a tus platillos o para preparar un té y aliviar malestares menores, una colección de hierbas de olor frescas es indispensable.
LAVANDA: Su fragancia puede aliviar dolores de cabeza, limpiar el acné y acelerar la desinfección de heridas.
SALVIA: La palabra salvia significa literalmente “sanar”, así que esta hierba le ayudará a bajar inflamaciones en la garganta y la boca.
DIENTE DE LEÓN: Esta hierba será su aliada para cuidar el hígado, calmar los gases intestinales, dolor de articulaciones, moretones y dolor de estómago leve.
TOMILLO: Durante siglos se ha utilizado como un antiséptico, así como para tratar resfriados, congestión nasal, indigestión y gases.
MANZANILLA: Ayuda a tratar los cólicos en los bebés, la ansiedad y el insomnio.
ORÉGANO: Esta planta aromática es una gran fuente de antioxidantes que refuerzan el sistema inmune, además es antifúngica.
MENTA: Si comió de más, un té de menta le ayudará a aliviar la sensación de indigestión, además refrescará tu piel porque tiene un efecto analgésico menor y combate el dolor muscular.
MEJORANA: Si padece de gastritis, dispepsia o ardor de estómago, esta hierba le ayudará. Incluso es recomendable para aliviar las molestias de las úlceras estomacales.
ROMERO: Se dice que ayuda a mejorar la memoria y a prevenir el desarrollo del mal de Alzheimer.