Las Fiestas Típicas Nacionales de Santa Cruz volvieron a desplegar todo su esplendor este 14 de enero, convirtiendo una vez más a la ciudad guanacasteca en el epicentro de los festejos tradicionales de Costa Rica.
Tal como lo reportó Diario Extra, el banderazo de salida marcó un momento histórico al celebrarse la quincuagésima edición de esta festividad en honor al Santo Cristo de Esquipulas.
El fervor y la identidad cultural se sintieron en cada rincón. Horas antes de las primeras montaderas, el redondel estaba repleto de visitantes que con sus pañuelos al hombro se aseguraban de un lugar privilegiado para presenciar el espectáculo. Bajo el intenso sol de la pampa, la expectativa creció con cada bombeta y repique de campanas de la iglesia, anunciando el inicio de la fiesta más grande de Guanacaste. Este año, los festejos tienen un significado aún más especial. Celebrar cinco décadas de tradición es un homenaje al trabajo de generaciones que han mantenido viva esta identidad costarricense, no solo se trata de una fiesta cultural, sino de un importante motor de reactivación económica. Los negocios locales, desde los vendedores ambulantes hasta los hoteles y restaurantes, reciben un impulso vital gracias a la afluencia de miles de turistas nacionales y extranjeros.
Más allá del entretenimiento, refuerzan el sentido de pertenencia y orgullo por nuestras raíces. Cada güipipía que resuena en la bajura es un recordatorio de que la tradición es un puente entre el pasado y el presente, también de la importancia de preservar nuestras costumbres e inculcar en las nuevas generaciones el amor por lo que nos define como pueblo.
El esfuerzo de la comunidad santacruceña por mantener vivas estas fiestas merece reconocimiento. La organización de un evento de esta magnitud requiere compromiso, trabajo arduo y sobre todo amor por la tierra que vio nacer esta actividad. Las Fiestas Típicas Nacionales no solo son una expresión de alegría, sino también un espacio de unidad, en el que se fortalecen los lazos comunitarios y se impulsa el desarrollo local.
En un país donde la identidad cultural es un pilar de nuestra historia, este tipo de celebraciones nos recuerda la importancia de proteger y fomentar el patrimonio inmaterial. Cada acto, desde el desfile hasta la montadera, tiene un significado que trasciende la fiesta misma y reafirma la esencia costarricense.
Los festejos de Santa Cruz son más que una reunión de caballos, marimbas y bombetas, son un encuentro con nuestras raíces y una declaración de amor por la tradición. Hoy, al celebrar estos 50 años, queda demostrado que las tradiciones no solo sobreviven, sino que se fortalecen cuando son compartidas con orgullo y alegría.