¿Qué celebramos el 24 de diciembre? Parece obvio responder que el 24 de diciembre celebramos el nacimiento de Jesus, la Natividad o la Nochebuena, pero ¿para todos tiene el mismo significado? Es evidente que no. Para algunos la Navidad no tiene ningún significado, sea porque no son creyentes o porque han perdido la fe y simplemente es un día más, en el que se puede disfrutar el asueto.
Para los cristianos celebrar la llegada de Jesús supone un momento especial, en el que recordamos que Dios quiso hacerse hombre para compartir con nosotros sus enseñanzas y darnos ejemplo de humildad. Conociendo nuestra imperfecta condición, Jesús fue más allá de la prédica, se hizo uno de nosotros, vivió la pobreza, sufrió la injusticia y murió víctima de la incomprensión, el odio y el rechazo.
Celebrar la Natividad para quienes creemos en Jesús es un momento que nos permite reflexionar sobre el verdadero significado de la Navidad, en la que la solidaridad y el amor hacen la diferencia sobre cualquier otro evento o efeméride que festejemos. La Navidad invita a compartir bendiciones siendo solidarios con quienes nos necesitan para llenar una despensa, abrigar a quien tiene frío, despertar la ilusión de quienes sueñan con una muñeca, un libro o un balón de fútbol.
Pero tengamos cuidado, los obsequios pueden, por momentos, apropiarse del protagonismo en la Navidad y, por más que sean una forma de mostrar nuestro afecto o solidaridad, no representan el verdadero significado de la Navidad, en el que compartir el amor en familia, crear vínculos emocionales y vivir el mensaje de paz, esperanza y unión que nos trajo el Niños Jesús, es lo que da sentido a la celebración. Y sin importar nuestras creencias podemos simplemente agradecer los regalos que nos da la vida y compartirlos con quienes nos rodean… una sonrisa, un abrazo, una palabra amable pueden llegar a ser el regalo más hermoso para quien se siente solo.
Celebrar y agradecer son dos palabras que van de la mano en la época navideña, palabras que puestas en práctica nos hacen ser mejores personas y eso es, en última instancia, el mejor regalo que nos podemos dar, así como el mejor obsequio que podemos ofrecerles a los demás: ser la mejor versión de nosotros mismos, esa que haga posible que el espíritu de la Navidad se extienda por todo el año y nos invite a ser generosos, empáticos, solidarios como una forma de vida, no solo como parte de la temporada navideña.
¡Feliz Navidad nos dé el Señor, nos ilumine para celebrar y agradecer todas sus bendiciones en compañía de nuestras familias!