La capacidad de compra por parte de la población es cada vez menor. Los salarios, tanto públicos como privados, no están compensando el alza en el Índice de Precios al Consumidor (IPC).
Así lo manifestó el economista Gerardo Corrales, quien explicó que la presión inflacionaria viene por el lado de los alimentos, que constituyen un 25% del peso en el IPC, así como de transporte y combustibles, que rondan el 15%.
“Hay una tendencia al deterioro en la caída de los salarios reales, el poder de compra de los salarios se reduce de manera importante con respecto a la inflación”, señaló.
La mayor preocupación es que haya un aumento en la cantidad de personas en estado de pobreza y pobreza extrema, que hoy rondan 1 millón y 450.000, respectivamente.
Algo todavía más preocupante es que probablemente aumente el desempleo y caigan los ingresos de los hogares conforme se genere un menor crecimiento económico.
Los últimos indicadores del Índice Mensual de Actividad Económica (IMAE) que hablan de una recuperación dispar entre sectores y apenas relativa aún no reflejan las presiones inflacionarias, ni los efectos del conflicto Rusia-Ucrania.
El Banco Central de Costa Rica no descarta que la inflación pueda cerrar en un 6%, alejándose del 2% al 4% que constituía el rango meta, debido a la coyuntura internacional.
Según la última medición del IPC a marzo, de los 289 bienes y servicios que integran la canasta, el 60% aumentó, el 29% disminuyó y el 11% no presentó variación. La gasolina, el transporte en autobús, el gas licuado y el diésel se encuentran entre los productos que más subieron.
Walter Quesada, secretario adjunto de la Asociación Nacional de Empleados Públicos y Privados (ANEP), recordó que en el caso del sector privado el último ajuste fue de ¢300 por cada ¢100.000. “En el caso del sector público ya ni me acuerdo, el último fue hace como cinco años. Tenemos demandados a los ministerios de Hacienda y de Planificación porque no hicieron el ajuste de 2020”, manifestó.
Alegó que la población se ha empobrecido, al punto que un 30% ya no tiene capacidad para comer carne.