La moda de estar bronceados, y el quererlo conseguir en un tiempo record, ha provocado estragos en la piel. El estar moreno, que antes era un sinónimo de persona de un estrato social bajo, que estaba obligada a trabajar a la intemperie, se convertido con el tiempo en un signo de distinción. Ya que una persona bronceada denota que puede permitirse el lujo de pasar unas vacaciones en la costa o en la montaña.
Sin embargo, una exposición al sol de forma continuada puede acarrear importantes consecuencias, produce alteraciones en la piel y acelera el proceso de envegecimiento, a la vez que disminuye la capacidad del cutis para retener agua, y reduce la elasticidad y firmeza de la piel; pero el riesgo más grave que corremos al estar expuestos excesivamente al sol, es el de sufrir un melanoma o cáncer de piel, sin embargo, también influyen otros factores, como el hereditario o el ambiental.
El melanoma es un tumor cutáneo que se puede sospechar por la presencia de un lunar o mancha habitual que cambia de forma, de color, de textura o de tamaño, o que sangra, pica o duele. Esta enfermedad tiene en la melanina su principal causante, ya que si su porcentaje es alterado de forma importante, aumenta la posibilidad de desarrollar el cáncer de piel.
La energía por ondas cortas rompe la serie del Accido desoxirribonucleico (ADN), material genético de la célula. Estas series se unen entonces de un modo anormal, por lo que las encimas trabajan constantemente para recomponer el ADN y que la secuencia sea la adecuada, pero las repetidas exposiciones a las radiaciones ultravioletas vuelven a interrumpir este proceso. Entonces el mutante de ADN puede dar lugar a una colonia de células cancerosas.
Los consejos más habituales de los especialistas son: conocer la piel de cada uno y sus limitaciones; evitar tomar el sol entre la una y las cuatro de la tarde, horas de máximo apogeo de los rayos ultravioletas; no tomar el sol de modo directo desde el principio, sino de forma gradual; tener cuidado con el agua y la arena, elementos reflectantes de los rayos solares; cubrir la piel con cremas fotoprotectoras, así como utilizar lociones para después de tomar el sol.
EL PRECIO DE ESTAR MORENO
El efecto más benigno del sol sobre la piel son los rasgos de envejecimiento, y el más perjudicial es la posibilidad de generar melanomas malignos, que de no ser detectados y tratados rápidamente, pueden llegar a ser fatales. Este tipo de tumores, que habitualmente afectaba a personas que trabajaban al aire libre -agricultores y pescadores sobre todo- y de edad superior a los 50 años, ha aumentado considerablemente entre la población más joven, debido fundamentalmente a la escasa protección con la que se toma el sol en los meses de verano.
El problema de la radiación solar es parecido al de cualquier otro tipo de rayos. Los efectos del sol se acumulan en nuestro organismo durante toda la vida, y acaba teniendo capacidad de lesionar gravemente nuestra piel, de ahí que cada vez sea mayor la preocupación por broncearse con lociones protectoras, ya que cuanto mayor sea el índice de protección de una crema, menos negativo será el sol para nuestra piel.
Desde que se ha dado la alarma de los peligros que puede provocar el sol, la propaganda de los bronceadores que ponían moreno en poco tiempo ha desaparecido y se ha pasado a promocionar cremas de gran protección solar, para evitar daños en la piel. La propia Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda la conveniencia de tener en cuenta ciertos peligros que corre la piel expuesta al sol si está mal nutrida, cubierta con productos incorrectos o sometida a gestos innecesarios
Ya no se busca, como antes, cremas solares con determinadas sustancias químicas, como el aceite de bergamota, cuya propiedad es acelerar la pigmentación de la piel, debido a los riesgos que esto entraña, sino que se demandan cremas con un alto nivel de protección, a lo que han tenido que adaptarse las industrias del sector.
TIPOS DE PROTECCIÓN
Hay dos tipos de protección de la piel, el primero es a través de sustancias químicas basadas en el oxibenceno, que absorbe los rayos ultravioleta bajos. El segundo con la utilización de pigmentos, como el óxido de cinc y el dióxido de titanio, pero que tienen la desventaja de no ser transparentes y por ello son menos utilizados.
Esta circunstancia tiene importantes implicaciones económicas. Los fabricantes han intentado aliviar el creciente miedo al sol enfatizando la protección natural que ofrecen sus productos, sin disminuir sus propiedades bronceadoras.
Si hace cinco años había seis o siete productos con factor de protección 15, en la actualidad hay algunos que alcanzan hasta 50. Estas cremas intentan eliminar la acción de los rayos ultravioleta, y más concretamente los de tipo B, asociados a las quemaduras y procesos cancerígenos de la piel.
Sin embargo, los últimos estudios indican que las cremas protectoras solares no evitan totalmente el cáncer de piel y no deberían inducir a tomar el sol descuidadamente.
Los expertos advierten que los casos de melanomas aumentan en el mundo entero y señalan que además de usar cremas, la mejor protección consiste en taparse el cuerpo y llevar sombrero.
Según estudios de las Naciones Unidas, los casos de cáncer de piel en todo el mundo debido sobre todo a la intensidad de las radiaciones solares debido a la disminución de la capa de ozono.