A su favor cuenta con una amplia trayectoria política a gran escala, primero como diputada para luego formar parte de la formula presidencial de 2010, donde Ottón Solís la llamó para que lo acompañara como vicepresidenta en la papeleta.
Ella es Epsy Campbell. De los cuatro precandidatos es la única mujer que decidió dar la pelea en la convención de este 21 de julio. Su verbo no respeta militancia, incluso es de los líderes del PAC que más han criticado algunos hechos a lo interno de su partido.
Para esta precandidata el reto se centra en motivar a la gente para que salga a votar.
¿Por qué su decisión de ser precandidata?
– Mi decisión se fundamenta en tres elementos, el primero es el pésimo gobierno del Liberación Nacional (PLN) y la obligación y responsabilidad de quienes ya habíamos, en el pasado, optado por un puesto de elección popular importante como candidaturas de vicepresidente o diputados, así nos planteamos la posibilidad de presentar nuestro nombre. Después de un proceso de crecimiento personal y profesional siento que tengo las condiciones y puedo dar un paso definitivo en este proceso electoral.
¿Se siente Epsy Campbell con ventaja en la convención?
– La convención se gana el día de las elecciones, tenemos que garantizar que todas las personas que tienen que ir a votar vayan, motivarlas, emocionarlas, que la ciudadanía sienta que puede ir a la urna y elegir, tenemos las condiciones de colocar al PAC en un nuevo momento de opción política real. Mi foco es la ciudadanía, aquellos que le dieron sentido al PAC, entre más votos se puedan llevar mejores condiciones, el reto es que la gente vaya a votar.
¿Cuál es la expectativa del PAC?
– Hay gente que está desencantada o con algún tipo de problema a lo interno, este partido no está en su mejor momento pero empieza a generar un movimiento de transformación que va aumentando y que nos va a permitir ganar las elecciones. Hay una expectativa de crecimiento, entre más nos movemos, más gente se nos une. Espero que esta convención sea más grande que la anterior.
¿Cuál es el principal problema del país?
– El primero es la eficiencia del Estado, que las instituciones hagan lo que tienen que hacer para garantizar a las personas los servicios y derechos consagrados en la Constitución, el Estado tiene que ser capaz de servir a la ciudadanía. Otro de los problemas es la distribución de la riqueza, hay 1 millón 300 mil personas que no tienen casa digna o no tienen trabajo, ni tan siquiera las tres comidas, es una preocupación real. Me inquieta el desarrollo social que gira en torno a la salud pública y a la educación decente, hay muchos jóvenes que están fuera del sistema educativo, el modelo está quedando a deber.
¿Cuál es la mejor opción de desarrollo para la provincia de Limón?
– En Limón hay promesas vacías como el proyecto Limón Ciudad-Puerto, las intervenciones son desarticuladas, no hay generación de empleo, no hay condiciones para la inversión, hay que impulsar el emprendedurismo local con una lógica de incubadora de empresas. En Limón están las sedes de la UCR, la UNA, el INA, estas tres instituciones articuladas entre sí pueden brindar un gran servicio. Hay que desarrollar las capacidades de cada uno de esos entes, abogo por una alianza estratégica entre las empresas públicas y privadas, hay que encaminar la responsabilidad social empresarial hacia los programas del Estado.
¿Se siente capacitada para asumir la presidencia de la República?
– Más que capacitada me siento bendecida por la gente que me rodea, gente extraordinaria, con una formación particular pero una humanidad tremenda. Tengo la capacidad de llamar a la mejor reserva intelectual y ética de este país para que asuma un nuevo gobierno.
¿Cuál es el mensaje que le da a la gente para que vaya a votar este domingo?
– Tenemos que transformar Costa Rica, se necesita un gobierno decente con personas comprometidas, que las necesidades de la gente estén en el centro de la acción política, necesitamos que las mujeres y hombres se sientan orgullosos de vivir en este país. También vamos a recuperar el PAC, es una herramienta novedosa que colocó los temas fundamentales en el centro del debate político.