El potencial dañino de los gérmenes residentes en las toallas de baño, se relaciona fundamentalmente con problemas en la piel, esto según la dermatóloga María Reyes García de la Fuente, de Vithas Lleida “A través de las toallas de baño se pueden contraer infecciones cutáneas que se transmiten por fómites, es decir, cuyo agente infeccioso es capaz de sobrevivir durante un tiempo determinado en la superficie de un objeto inanimado como puede ser la ropa”.
Hongos, ácaros y bacterias pueden sobrecrecer en toallas que no son lavadas con la frecuencia que deberían o que no se dejan secar o airear adecuadamente.
Tal y como apunta el dermatólogo Román Barabash, “las recomendaciones en cuanto al cambio varían según el clima de la zona y la época del año”. No obstante, agrega que “el consenso y el sentido común dicen que lavar una toalla cada 3-4 días es lo adecuado”.
Se considera fundamental que las toallas sean de uso personal y nunca compartidas, ya que existen patologías infecciosas que pueden transmitirse de persona a persona al compartir ropa de baño.
Las personas con enfermedades dermatológicas como dermatitis atópica, psoriasis o acné tienen la barrera cutánea alterada, lo que hace que el contagio sea más fácil porque el agente infeccioso penetra con mayor facilidad en la piel.
Las toallas de baño se deberían cambiar y lavar al menos dos veces a la semana, es importante después de cada uso, dejar secar completamente para evitar la acumulación de bacterias y hongos.