La mejor forma de celebrar el Bicentenario de la Asamblea Legislativa es recordar sus aportes a la democracia y a la construcción de un Estado social de derecho que ha permitido que Costa Rica haya podido vivir en paz.
Desde su nacimiento en 1825, el Parlamento, junto con los hombres y mujeres que desde los distintos cargos le han dado vida, ha sido más que una institución que promulga leyes, ha sido el lugar donde los costarricenses han expresado su deseo de vivir en democracia, su voluntad de construir una sociedad solidaria y su aspiración de crear un espacio donde el respeto y el diálogo permitan que todas las voces sean escuchadas.
Por 200 años se han electo hombres y mujeres a quienes se ha confiado la elaboración de las leyes que rigen el funcionamiento de la nación. Leyes que tuvieron que ser discutidas, analizadas, consensuadas y aprobadas por una mayoría de parlamentarios en representación del pueblo, cumpliendo así el principio que da origen a la democracia.
Ser diputado a la Asamblea Legislativa es un honor que conlleva una gran responsabilidad que pone a prueba tus valores, tu compromiso con quienes te eligieron y la honestidad con que ejerces tu ciudadanía, pues por encima de todo está tu deber con la Patria.
Al interior del parlamento se “parla”, se habla, se discute, se llega a acuerdos para hacer realidad esas leyes que facilitan la convivencia ordenada, justa, equitativa y solidaria con que se garantiza la paz y el desarrollo de un país.
La dinámica al interior de la Asamblea es complicada porque no estar de acuerdo no significa odiar a tu oponente ni imponer tu criterio. Son esas diferencias las que permiten poner en perspectiva las iniciativas y mediante el concurso de los ciudadanos, técnicos, políticos y expertos en el tema se modifican criterios, se adecuan a las necesidades reales de la población y se enmarcan en los principios constitucionales vigentes.
Por ello no es tan sencilla la aprobación de las leyes, demanda de los actores honestidad, buena voluntad, conocimiento, capacidad de diálogo y compromiso con el país. Por 200 años la Asamblea Legislativa ha dado muestras de madurez política, adaptándose a retos como la globalización que impacta desde la geopolítica, la economía, la ciencia, los adelantos tecnológicos o el cambio climático.
Gracias a la capacidad política de sus miembros y dirigentes políticos de todas las corrientes de pensamiento, Costa Rica ha dado muestras al mundo de una fuerte vocación democrática y una permanente disposición para conciliar diferencias y lograr consensos precisamente ahí, en la Asamblea Legislativa, donde la voz de todos debe ser escuchada con respeto y la buena voluntad debe primar por encima de cualquier bandería.
Fue en la Asamblea Legislativa donde después de una revolución fuimos capaces de rescatar la gran obra del adversario para seguir proyectándola, sin mezquindad ni egoísmo, en beneficio de la salud, la educación superior, la vivienda y el respeto a las garantías sociales, lo que nos demuestra la importancia que ha tenido y tiene este Poder que supo, en uno de los momentos más difíciles de su historia reciente, anteponer el interés patrio sobre cualquier otra consideración política o personal y trabajar juntos para seguir construyendo un mejor país.
Pocas, muy pocas naciones del continente y el mundo pueden enorgullecerse de celebrar 200 años del funcionamiento continuo de su Parlamento, sus aportes a la democracia y a la construcción de un Estado pluralista, donde un Tribunal Electoral ha velado por la pureza electoral, la libertad de expresión y la libre asociación.
Que esta celebración nos invite a reflexionar sobre la importancia de fortalecer la Asamblea Legislativa, corregir los errores que se hayan cometido y luchar por que siga siendo ese faro de luz que ilumine el camino de la justicia, la equidad, el respeto, la pluralidad de pensamiento y la tolerancia entre los costarricenses.
¡Feliz Bicentenario!