El Banco Central de Costa Rica (BCCR) revisó al alza su proyección de crecimiento económico para 2024, situándola en 4,1%, mientras ajustó a la baja la estimación para 2025 a 3,9%, según reveló este jueves en su más reciente Informe de Política Monetaria (IPM).
El ajuste representa una variación de 0,1 puntos porcentuales en ambos casos respecto a las proyecciones presentadas en julio pasado.
La entidad destacó, en un comunicado oficial, que la demanda interna será el principal motor de crecimiento en ambos períodos, sin que se prevean presiones inflacionarias por el lado de la demanda agregada.
Durante el tercer trimestre de 2024, la economía costarricense mantuvo un crecimiento interanual del 4,0%, superior al promedio histórico de 3,8% registrado entre 2010-2019 y al desempeño de sus socios comerciales, aunque mostró una ligera desaceleración respecto al 4,2% del trimestre anterior.
El dinamismo económico fue impulsado principalmente por las exportaciones de bienes del régimen especial y servicios, así como por un incremento en la formación bruta de capital, destacando inversiones en equipo de transporte en el sector privado y proyectos de infraestructura vial y eléctrica en el ámbito público.
En el frente laboral, Costa Rica alcanzó un hito histórico con una tasa de desempleo del 6,7%, la más baja registrada, acompañada de un aumento en la tasa de ocupación al 57,2% y en la participación laboral al 53,3%.
Sin embargo, las finanzas públicas mostraron cierto deterioro. En los primeros ocho meses del año, el Gobierno Central registró un resultado primario de 0,9% y financiero de -2,6% del PIB, cifras menos favorables que las observadas en el mismo período de 2023.
Este comportamiento se atribuye al incremento en los gastos totales y al bajo crecimiento de los ingresos tributarios.
A pesar de estos desafíos, la relación deuda/PIB del Gobierno Central se ubicó en 60,0% a agosto, mostrando una mejora respecto al 60,2% de agosto 2023 y al 61,1% registrado al cierre del año anterior.
En materia de inflación, el BCCR proyecta que el indicador general retornará al rango meta en el tercer trimestre de 2025, mientras que la inflación subyacente lo haría en el segundo trimestre del mismo año, bajo una política monetaria orientada a alcanzar la meta del 3% (±1 punto porcentual).