Muchos de los hogares costarricenses sufrieron un alegronazo de burro en los últimos días, puesto que vieron que el Banco Central anunció una baja en las tasas de la política monetaria, lo que significaba que disminuirían las cuotas de los créditos.
Pero no todo puede ser tan maravilloso como muchos piensan, pues resulta que estos beneficios podrán verse al menos tres meses después del anuncio, incluso para algunos será más tiempo, depende de lo que hayan firmado en los contratos.
Pero tomando en cuenta que el país tiene al menos 8 años de no saber lo que es la reactivación económica y solo tener malas noticias a nivel de finanzas, hemos recibido este anuncio de las tasas que cae como cremita de rosas, en especial para aquellas familias a las que les ha subido tanto la cuota que han debido hasta que dejar de vivir hasta con lo básico.
Las tasas de interés de los créditos cayeron encima cual zapato que nos tiene aplastados contra el piso y a muchos ya no los deja respirar, incluso los está asfixiando. Ya no es un tema de zocarse la faja o de privarse de algunos gustos, es que hay familias que viven con lo básico y aun así no les da el presupuesto para pagar lo que ha subido el préstamo.
No es lo mismo que la cuenta haya aumentado entre ¢1.000 y ¢10.000, pero hay préstamos a los que les han subido más de ¢50 mil y en algunos casos extremos están pagando ¢100 mil más de cuota.
En medio del pago de la casa, la compra de los víveres, los pasajes de bus o la gasolina del auto y los servicios públicos, es obvio que algunas obligaciones quedan por fuera y en ese momento muchas familias recurren al crédito, que se transforma en deuda.
Importante resulta anotar que el endeudamiento no es nada nuevo, por el contrario, viene ahogando a los costarricenses desde hace muchos años, pues los préstamos personales y las tarjetas de crédito, sobre todo, se convierten en la tabla de salvación para quienes no logran salir adelante cada quincena con el salario.
La verdad es que, si seguimos a este paso, los ticos tendrán que persistir en endeudarse para afrontar los gastos y deudas que tienen, muchos llegaron al punto de seguir restringiéndose en las cosas de la casa a ver si salen adelante, el problema es que también están aquellos que preferirían dejar de pagar y pasará lo inevitable, que perderán lo que tanto les ha costado.
Quizá para muchos puede no ser un gran aliciente porque deberán esperar, sin embargo, para los economistas esto sí es una buena señal y esa reducción puede ser considerada la segunda consecutiva y un instrumento importante para controlar la economía.
Y es que ya muchos llegaron al punto de dejar de pagar, porque ya ni para lo básico alcanza, el problema es que también nos preguntamos que harían los bancos con tantas propiedades de gente que no está pudiendo hacerle frente a este tipo de aumento en las cuotas.
El problema es que ya las familias no tienen poder adquisitivo, no hay poder humano que permita que los deudores paguen ¢100 mil o más y que aún así puedan seguir comprando, viajando y hasta adquiriendo más deudas.
Es urgente que las autoridades hagan algo, se torna muy injusto cómo los costarricenses van perdiendo lo que tanto les ha costado porque no ha existido quien pueda parar el alza en las cuotas. Esperamos que este anuncio no se quede en un alegronazo de burro.