La contaminación de manantiales con arsénico no es algo nuevo, por el contrario, desde la década de los 90, algunas comunidades de la zona norte y algunos cantones guanacastecos se encuentran amenazado por las alta concentración de este mineral en los afluentes.
Según explicó Carlos Vargas, de la Comisión de Arsénico de Acueductos y Alcantarillados (AyA), la solución más económica y efectiva que ha encontrado la institución es la interconexión entre pozos “limpios” con otros contaminados, de manera que a mayor concentración de agua, menos de arsénico, lo que hace alcanzar niveles considerados como tolerables por el cuerpo humano.
Christian Golcher, encargado de Gestión de Cuencas Hidrosec-UNA, explicó que la concentración máxima que puede consumir el hombres es de 10 mg por litro de agua, porcentajes que en el transcurso de casi dos años, las autoridades del AyA han logrado alcanzar en algunas comunidades pero que todavía quedan muchas otras por resolverse.
En la actualidad no existen sistemas o soluciones personales eficaces para limpiar el agua, de manera que la Defensoría de los Habitantes sigue muy de cerca las gestiones que realiza el AyA para remediar este problema que es de carácter geológico, por las condiciones del tipo de suelo que hay en estas zonas.
Además de los laboratorios del AyA, la escuela de Geología de la Universidad de Costa Rica (UCR) y el Centro de Recursos Hídricos de Centroamérica y el Caribe, liderado por profesionales de la Universidad Nacional (UNA), se encuentran analizando mensualmente algunos pozos de agua para determinar el comportamiento de arsénico en la zona.
El arsénico es un mineral que se encuentra en estado sólido en la tierra, de manera que cuando el agua pasa por una pared que contiene este mineral pesado, este se va “lavando” y partículas del mismo son arrastradas contaminando el afluente.