Obviamente, que cada quien es el único responsable de su existencia y del sentido que le dé.
Victor Frankl es el fundador de la llamada Logoterapia o terapia del “sentido”, significado o propósito. Un método basado, no en la retrospección e introspección, sino en el mirar al futuro, en lo que hay que hacer en adelante, según ese sentido, significado o propósito. El autor lo justifica: “Pues la primera fuerza motivante del hombre es la lucha por encontrarle un sentido a su vida. Voluntad de sentido”. Esto en contraposición a la “voluntad de placer” de Freud y la “voluntad de poder para tener” de Adler.
Ese sentido lo ha de hallar cada quien, y para que resulte satisfactorio ha de contar con un “algo” o un “alguien” por qué vivir y hasta morir, sin fanatizarse. En la base está la libertad humana, esa capacidad de aceptar o rechazar una oferta para cumplir un sentido potencial o perderlo, según la decisión personal, “última de las libertades humanas”.
Si no hay un sentido de vida, sobreviene la frustración existencial, la neurosis noogena con la consiguiente conflictividad, tensión, angustia, obsesiones, depresiones. De ahí la necesidad absoluta de la “voluntad de sentido”. V. Frankl afirma: “No hay nada en el mundo capaz de ayudarnos a sobrevivir, aún en las peores condiciones, como el hecho de saber que la vida tiene sentido”. Bien lo sabía él que aguantó lo suyo durante años en los campos de concentración nazis. Por su parte, Nietche asegura que “quien tiene un por qué para vivir, puede soportar casi siempre cómo”. Obviamente, que cada quien es el único responsable de su existencia y del sentido que le dé. El mismo V. Frankl escribe: “La esencia íntima de la existencia humana está en su capacidad de ser responsable”. Y es en esta responsabilidad vivida en medio de la transitoriedad de las cosas en donde se arraiga y permanece lo transcendente y definitivo.
Con ello tiene que ver lo que llama “ley fundamental de la existencia humana” y que formula así: “Sólo en la medida en que seamos intencionales (en que nos abramos a los valores), seremos existenciales. Sólo en la medida en que el hombre esté espiritualmente con algo o con alguien…, sólo en la medida de ese “estar con”, está el hombre consigo mismo”. Desestimando un poco la retrospección (mirar hacia atrás en la reflexión) y la introspección (mirar hacia adentro), propicia “lo que es más propio del ser humano: estar orientado y enderezado hacia algo o hacia alguien… Y solamente en la medida en que, de ese modo, seamos intencionales, seres existenciales…”, insiste.
Completo el tema, Dios mediante, otro día.