Para este servidor es una sorpresa escuchar voces que intentan deslegitimar los esfuerzos y logros de Costa Rica en materia económica. Lo anterior, a la luz de las comparaciones de crecimiento económico costarricense respecto a los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), realizadas por las autoridades de gobierno.
Estas críticas han llegado a sugerir que la Administración Chaves Robles hace esto como una estrategia para “inflar “y “maquillar” el resultado de sus políticas económicas. Tales declaraciones revelan un conformismo que ignora el valor de aspirar a los más altos estándares internacionales.
Comparar a Costa Rica con el desempeño de los países miembros de la OCDE es más que una decisión técnica: es una declaración de principios. Desde su ingreso pleno en 2021, el país asumió el compromiso de alinearse con las mejores prácticas en gobernanza, economía y sociedad.
Mirarnos en el espejo de economías con instituciones sólidas y marcos regulatorios robustos no es una elección arbitraria, es una obligación moral para quienes buscamos un futuro más próspero para nuestro país. Es una decisión estratégica para quienes deseamos una Costa Rica más equitativa. Es una exigencia para los que apuntamos a competir con los mejores.
Rechazar las comparaciones con la OCDE refleja una visión limitada y carente de ambición. Es cierto que muchas economías de la OCDE tienen tasas de crecimiento más bajas debido a su madurez económica, pero esa misma madurez es un indicador del nivel que aspiramos alcanzar.
Costa Rica no teme a este reto, sino que lo abraza como una oportunidad para fortalecer sus políticas públicas, promover un crecimiento inclusivo y sostenible, y garantizar un bienestar duradero para todos los costarricenses.
Los avances económicos recientes de nuestro país demuestran la validez de estas comparaciones y refutan los intentos de deslegitimarlas.
El balance primario positivo por dos años consecutivos y la reducción de la deuda del Gobierno central son logros que no se alcanzan con una retórica vacía, sino con una gestión fiscal y económica responsable, alineada con los principios de las economías más avanzadas del mundo.
Limitarse a comparaciones regionales es aceptar un techo bajo para nuestras aspiraciones. Si bien algunos países de América Latina muestran mayores tasas de crecimiento, es clave analizar la calidad de dicho crecimiento.
Costa Rica aspira a posicionarse como un referente regional para el crecimiento inclusivo y sostenible. Compararse exclusivamente con nuestros vecinos no impulsa el cambio transformador que nuestra sociedad merece.
Los costarricenses debemos rechazar el conformismo y exigirnos estar a la altura de los mejores. Compararnos con la OCDE no es “inflar” nuestro desempeño, sino elevar nuestras metas. Solo así fortaleceremos nuestras instituciones, consolidaremos nuestra economía y garantizaremos un futuro próspero para todos.
Costa Rica no solo crece, también avanza, y su progreso debe ser defendido para aspirar a lo más alto.