Ahora que llegamos a la recta final del 2019 y muchos tienen caras largas y están pensativos por no lograr algunos de los objetivos que se propusieron a principios de año, esas aflicciones y reproches no deben ser otro motivo para desistir, pues también estamos a punto de comenzar un nuevo ciclo.
Estos últimos días pueden aprovecharse para hacer un análisis de esos puntos que nos impidieron alcanzar los objetivos. No todos los aspectos están bajo nuestro control, pero tampoco podemos eludir nuestra responsabilidad. Dicho análisis es un elemento básico para detectar fortalezas y debilidades, para continuar ciertas actitudes, así como para rectificar errores.
Lo importante es recibir el 2020 con las puertas del corazón bien abiertas y con una actitud positiva; de esta manera hay más entusiasmo para cumplir nuestros deseos, ante los tropiezos -que siempre los hay- se vuelve uno a levantar con la meta fija en la mente y sin claudicar.
Cuando somos amables con las personas que nos rodean, se crea una atmósfera de cooperación y solidaridad, se vive con una sonrisa que es difícil borrar de los labios. Esas son las relaciones que debemos construir y en las que la convivencia es una experiencia enriquecedora.
Pensemos en que a partir de este 1º de enero tenemos un libro en blanco para escribir una nueva historia, una mucho mejor de la que hemos escrito hasta el momento, pero además podemos ser mejores personas y hacer de Costa Rica un país ejemplar.
Quizá estas horas que le restan al 2019 sean un lapso ideal para la autoevaluación, para ver qué estuvo bien y qué no, es decir, para fortalecer y enmendar.
Si usted es de los que necesita llorar cuando termina el año, hágalo, desahóguese para que empiece limpio y con una nueva vibra en el 2020.
Dígales a sus seres queridos cuánto los ama y si tiene que perdonar o pedir perdón para que se sienta mejor, no dude en abrir su corazón.
No obstante, debemos reconocer que en el mundo actual la sinceridad es un valor que pocos conservan. Por el contrario, una gran mayoría vive atrapada en la ilusión de sus propias mentiras, así se la pasa falsificándose a sí mismo. Este tipo de personas cree que estas fiestas se tratan solo de las cosas materiales y de cuánto gastamos en los demás, cuando lo más importante es el cariño que expresemos a nuestros seres queridos, de quienes tendemos a alejarnos por la tecnología.
Otra de las llamadas de atención de estos días es no gastar el dinero como si no hubiera un mañana. Recordemos que el pago que nos llega en estos días debemos rendirlo hasta el 15 de enero y la idea no es andar arañándola para ver cómo sobrevivimos.
De hecho, a estas alturas muchos se gastaron el aguinaldo y la quincena, por lo que tuvieron que pedir un vale o adelanto de salario. Se salvaron los trabajadores donde esta es una opción porque los que no, en este momento están quebrados.
Es muy feo tener que ir a empeñar los juguetes y los regalos del 24 para ver cómo se termina la quincena, es mejor aprender a administrar bien el dinero para que ni usted ni su familia pasen penurias.
Recuerde que ya viene la cuesta de enero, que podría ser menos empinada si tenemos un ahorrito que nos permita respirar tranquilos. Además, no podemos hacernos de la vista gorda de que la situación económica del país no está tan bien como muchos quisiéramos y hay que limitarse en muchas cosas que ahora salen más costosas.
Los comercios comenzaron a vender artículos escolares y a muchos papás ya les dieron la lista de útiles, por lo que si nos ponemos a pensar no hay plata que alcance.
En estos días parece que la plata dura menos que en cualquier otro mes del año porque muchos gastan a lo loco, pero también algunos comerciantes aprovechan para subir los precios y por el ambiente de fiesta la gente ni se da cuenta.
No debemos olvidar que en diciembre también se deben pagar las deudas porque a las personas que nos vendieron productos o nos prestaron plata, estos dineros también les hacen falta para pasar un buen diciembre, así que ayúdelas a que así sea.
Aprovechemos además estos días para pasarlos en familia, sin que el licor sea el invitado especial a nuestras reuniones, pues algunas personas no miden su consumo de alcohol y terminan aguándoles la fiesta a los demás, ya sea por sus chistes malos, bromas pesadas, insultos e incluso faltas de respeto.
Además, las estadísticas no mienten, muchas familias en lugar de celebrar terminan viviendo una desgracia, pues producto del consumo excesivo de las bebidas etílicas tienen accidentes o peor aún, hacen cosas de las que no solo se arrepienten un día sino para toda la vida.
Sentémonos a meditar cómo queremos vivir en 2020 y qué hicimos mal este año para no repetirlo. A partir del 1º de enero se inicia un nuevo capítulo en nuestra vida, el desenlace dependerá de lo que hagamos o dejemos de hacer. Hay que vivir el hoy porque el ayer ya pasó y el mañana aún no llega. De nada sirve llorar sobre la leche derramada, así que mejor piense bien lo que va a hacer para que luego no se lamente.