Si piensa en los entornos más habituales en los que suele establecer sus relaciones íntimamente personales, seguro que el trabajo ocupará un lugar de honor. Y es que realmente con quienes compartimos nuestros más oscuros secretos o nuestros más ardientes deseos es con quienes convivimos más tiempo: nuestros compañeros de trabajo. Pero… ¿estas historias tienen un final feliz?
¿EN TU DESPACHO O EN EL MÍO?
¿Quién alguna vez no se ha sentido atraído por algún compañero de trabajo? Incluso, ¿quién alguna vez no ha coqueteado con algún colega? ¿Qué pasa cuando se traspasa la barrera de la inocencia?
Cada vez nos pasamos más tiempo en el trabajo y por ello también ha habido un aumento de la actividad sexual en este entorno. Muchas son las mujeres que declaran abiertamente haber mantenido relaciones sexuales en su trabajo. En la oficina de él, en la suya, en el ascensor, en el aparcamiento, en el comedor, en el armario, en los baños, incluso en el despacho del jefe o sobre su escritorio. Sitios muy excitantes y muy recurrentes. Fantasías sexuales hechas realidad. Pero, ¿por qué da tanto morbo? La sola idea de poder ser descubierto en cualquier momento, o de imaginar qué cara pondrían el resto de sus compañeros si supieran de este “affaire” sexual, aumenta la libido hasta cuotas insospechadas.
El sexo entre compañeros de trabajo suele resultar muy satisfactorio si ambos están de acuerdo en que solo sea eso: “sexo”. Cuando se implican sentimientos la cosa se complica incluso para la propia empresa. Por eso muchas compañías de gran renombre están intentando incluir los romances en el centro de trabajo como causa legal para romper un contrato, ya que consideran que las rupturas de relaciones apasionadas pueden afectar a la firma.
CRUZAR LA FRONTERA
¿Qué ocurre cuando la atracción física cruza la frontera y se convierte en amor? ¿Sobrevive el amor en el trabajo? La respuesta es sí… pero con mucha paciencia y mano izquierda. Separar trabajo y amor cuando ambos trabajan en el mismo lugar no resulta tarea fácil.
Para conseguirlo, hay que respetar las tres reglas de oro:
1. No mostrase en actitud cariñosa ante el resto de compañeros.
2. Respetar cada uno su espacio vital, evitando inmiscuirse en la labor del otro.
3. Solucionar los problemas del trabajo en el trabajo y los de casa en la casa.
Una cosa más. Para saber si lo conseguirá, responda con sinceridad a esta pregunta: ¿sería capaz de pasar las 24 horas del día al lado de él o ella? Tenga en cuenta que muchas de las relaciones que se inician en el trabajo acaban en boda, pero no obstante la tasa de divorcios entre matrimonios que trabajan juntos es también muy elevada.
Después de llevar tres años haciendo méritos ante su jefe para que le tuviera en cuenta a la hora del ascenso, la recién llegada, esa que tan acaramelada se muestra con el “susodicho”, se hace con el puesto. Nuevo despacho, nuevo ordenador, nuevas responsabilidades y más sueldo. Todo se lo ha llevado ella. Pero, ¿merece la pena venderse por un ascenso?
La respuesta la tiene usted. Algunas mujeres aseguran mantener relaciones sexuales con su jefe, sin importarles si les gusta o no, ya que esto representa posibilidades de subir en la empresa. Pero estos ascensos tan meteóricos suelen pasar una factura muy alta. ¿Estará dispuesta a aguantar esta presión? Quizá después de haber conseguido este puesto de una forma tan cómoda y sin haber demostrado su valía personal, descubra que no es feliz.
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