Editorial
En las costas del país, la belleza de nuestras playas es un reflejo de la biodiversidad que caracteriza el territorio nacional, un paraíso natural que atrae a miles de turistas y que alberga una rica fauna marina. Sin embargo, una amenaza silenciosa y creciente está invadiendo estos ecosistemas: el plástico.
Según un estudio reciente del Centro de Investigaciones en Ciencias del Mar y Limnología (Cimar) de la Universidad de Costa Rica, 1.509 tipos de plásticos han sido encontrados en 24 playas a lo largo de las costas pacífica y caribeña del país. Entre los residuos identificados figuran pellets, microperlas, fragmentos y estereofón, materiales que comprometen la salud de nuestros mares y sus habitantes.
Este fenómeno, que refleja una crisis global, es más alarmante en una nación como Costa Rica, que se enorgullece de su biodiversidad y que ha hecho esfuerzos notables para proteger su flora y fauna. Pero la realidad es que la contaminación por plásticos sigue en aumento, a pesar de los esfuerzos por reducirla. Estos, lejos de descomponerse de manera natural, se fragmentan en partículas diminutas que pueden persistir durante siglos.
Dichos fragmentos, conocidos como microplásticos, son consumidos por una amplia gama de especies marinas. Las consecuencias para la fauna y flora marina son devastadoras, alterando los ecosistemas y poniendo en peligro la seguridad alimentaria y la salud humana.
El estudio de Cimar no solo revela la magnitud de la contaminación plástica en nuestras costas, sino que también da cuenta de una problemática aún más compleja. En las muestras de agua y sedimentos recolectadas, se encontraron residuos de cosméticos, detergentes, plaguicidas y fármacos.
Esta presencia de sustancias químicas pone de manifiesto cómo el plástico se ha convertido en un vector para la propagación de contaminantes, afectando tanto a la biodiversidad marina como a la salud humana. Estos contaminantes, al entrar en la cadena alimentaria a través de los organismos marinos, terminan en nuestros platos, lo que genera un riesgo potencial para nuestra salud.
El plástico, que en su mayoría proviene de productos de un solo uso, está en todas partes. Desde las botellas de agua y las bolsas que flotan en el mar hasta los microplásticos que invaden los tejidos de organismos marinos. Si no actuamos con decisión, esta contaminación continuará afectando la salud del océano, los recursos pesqueros y la economía nacional.