Los trabajos que realiza en este momento el Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) en la Ruta 23, a la altura de Caldera, no son más que paliativos, según indican en el Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme-UCR) de la Universidad de Costa Rica.
Así lo asegura el coordinador de la Unidad de Gestión y Evaluación de la Red Vial, Roy Barrantes Jiménez, quien conversó con DIARIO EXTRA y explicó parte de los riesgos que representa el fuerte oleaje, cada vez más frecuente en esa zona.
Para el experto, la instalación de escolleras -grandes piedras blancas de entre 5 y 7 toneladas que colocan en la playa) es una solución temporal, pero no durará mucho si continúa aumentando la altura de las olas, que pueden llegar a ser de 4 a 5 metros.
“Esta es una intervención paliativa porque en términos sencillos lo que está pasando en la Ruta 23 es que el trazado de la ruta se construyó sobre la playa, entonces es lógico y natural que con el cambio climático que se está dando se afecte la ruta como producto del oleaje y la erosión marina. Esta intervención es temporal y no va a solucionar el problema a largo plazo”, comentó.
AFECTACIÓN A LA CALLE
El fuerte oleaje, que ahora llega hasta la carretera, ya afectó la superficie de ruedo de la Ruta 23 porque en un tramo de cerca de 200 metros ya se pueden apreciar daños.
Aunque la superficie del pavimento no presenta deterioros estructurales severos, se identifican ciertas deformaciones plásticas en puntos muy específicos asociados a una incipiente pérdida de material en las capas de base, producto de la erosión.
Para Barrantes, el primer impacto de esta situación es sobre los conductores y acompañante que circulan por la Ruta 23.
El Lanamme-UCR advirtió que la presencia de arena en la carretera es riesgosa para los conductores y sus acompañantes, pues disminuye la adherencia de las llantas al pavimento y dificulta el frenado.
Asimismo, existe el riesgo de que en algún momento el mar se trague ese sector de la carretera. “El impacto más a largo plazo es que habría una interrupción del paso completo en la Ruta 23, ya que este es un corredor muy importante y esto generaría una enorme afectación a nivel del país porque se une tanto Ruta 27 como con Ruta 1”, recalcó.
RECOMENDACIONES TIENEN 10 AÑOS
Desde 2013 el Laboratorio de Ingeniería Marítima y Fluvial (LIMF) de la UCR recomendó implementar soluciones para prevenir que el mar se trague la carretera, la cuales consistían en construir dos espigones en ambos extremos de la playa y otros dos en medio.
Estos espigones son macizos salientes de rocas que se construyen en la costa y penetran en el mar para modificar el oleaje y defender la carretera de las olas. Ante esto Luis Amador, titular del MOPT, dijo que valoran esa opción entre otras seis propuestas que ha recibido su cartera, pero para escoger la más indicada primero se deberán realizar nuevos estudios.
Otra opción es construir un dique exento al lado de la playa, así como otros dos perpendiculares a esta.
Sin embargo, la medida más drástica que se valora en este momento en el MOPT es reubicar por completo ese sector de la Ruta 23, de manera que las olas no puedan alcanzarla.
Amador indicó que ya solicitó colaboración a la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) para lograr la solución más efectiva en el menor plazo posible.