Dice Catón (Armando Fuentes Ramos) “Allí van leyes do quieren reyes”, decían los antiguos castellanos. Querían significar que el que tiene la fuerza es el que hace la ley. “Y el que la deshace”, añadiría yo.
En México, su país, se convocó a muchas juntas de notables (casi siempre los mismos), cuyas soluciones fueron partos como los de nuestra Junta de Notables, lo esperado por los políticos que los convocan. A veces originan mayor caos porque miran en otra dirección que la ciudadanía.
Lo grave es que las “soluciones” que propusieron para fortalecer el Poder Ejecutivo podrían debilitar la institucionalidad al debilitar el Poder Ejecutivo y otras instituciones: Contraloría, Sala IV, etc., rompiendo el equilibrio de poderes.
Omitieron las fallas en la administración porque no entendieron las causas del descontento y desconfianza de los ciudadanos que demandan cambios; casi una “reingeniería” y no nuevos candidatos a…, más diputados, menos controles, plazos más cortos para analizar y más largos para, ¿dirigir? Al elidir tres importantes áreas que demandan diálogo y cambio, cada una con su propio desglose de situaciones:
1) La vida económica que mediante la tecnología y el capitalismo ha invadido las naciones, estados y sociedades humanas, dominando todas las demás áreas, en especial la política y la social, a través del comercio, dominación y legislación. Las economías estatales debieran ser más autónomas, relativamente, en sus campos de acción: producción, circulación y consumo de alimentos. La conversión de la economía en política ha traído corrupción, mala distribución de la riqueza, pobreza extrema y violencia; y un sinfín de “leyes” para justificar los daños que se le hacen al país y su ciudadanía mediante la dominación interna y foránea.
2) La esfera política, que debería ser la del derecho público (el Estado y su Constitución Política), por ser la que regula la relación entre los seres humanos con otros seres humanos. Los notables debieron fortalecer la separación de la vía jurídica de la vida económica, debilitando en lo posible la politiquería imperante para no entorpecer el accionar del Poder Judicial, Sala Cuarta, Contraloría General de la República, Defensoría de los Habitantes, Fiscalía General y Procuraduría con la honestidad requerida: claridad en lo que se quiere (país que deseamos) y cómo lograr el bien común.
Tal vez esta honestidad hubiese impedido la solicitud presidencial y la aceptación de los notables para proponer cambios viables.
3) El área sociocultural, que es todo lo que debe incorporarse a la sociedad a partir de las capacidades naturales, intelectuales y físicas de los individuos; en la que ciertos aspectos provienen del sistema educativo escolar; “formación” (integral) la llamaban los maestros, se abandonó (?) y sustituyó por…, con programas importados que, ¿responden a lo nuestro?
Otra deuda que tienen los “notables” es con la educación: un país que ha invertido tantos millones para formar profesionales ineficientes e ineficaces (platina, trocha, colegios profesionales, etc.); tampoco cuestionaron la relación entre presupuestos versus resultados, ni la rendición de cuentas (obligatoria), aunque sí cuestionaron la Contraloría General, la Sala IV, la Asamblea Legislativa; y evadieron la violencia e inseguridad derivadas de la pobreza y menos acceso a educarse y capacitarse.
Olvidaron exigir que las universidades públicas y privadas abandonen su indiferencia ante el deterioro de la educación, de la ciudadanía, ejerciendo el liderazgo y colaboración para aportar soluciones viables para los problemas reales que el país debe resolver; así como respaldar sus egresados en sus fallos en defensa de la soberanía, fortaleciendo sus propuestas.
También soslayaron que desde la Revolución Francesa el hombre busca 3 caminos de iluminación: fraternidad, igualdad y libertad, que podrían aplicarse a la economía, la justicia y la cultura. Francia lo está procurando; Costa Rica puede aprender volviendo por sus fueros, sin aplicar lo ajeno.