Ya ha sido señalado que el verdadero bautizo independiente de nuestra querida Costa Rica fue la Campaña Nacional contra los Filibusteros (en francés flibustier, en inglés freebooter, “que se hace del botín libremente”) entre 1856 y 1857. En nuestra celebración del 11 de abril, cuando recordamos la mayor de las batallas libradas por los costarricenses en esa guerra, se enalteció primero la figura de Juan Santamaría. Él representa al hombre humilde y sencillo que ,desprovisto de riquezas, sacrifica en un acto de heroísmo lo más preciado que tiene. Su propia vida.
Por algún tiempo se dudó hasta de su propia existencia, pues el país entró en una disputa entendible hace siglo y medio, pero que hoy carece de sentido, pues entre los enemigos de Juan Rafael Mora, líder de la nación durante la guerra y depuesto por sus enemigos por medio de mandos militares, se tramó la estrategia de desaparecer a Mora de la memoria colectiva, mientras que, entre sus leales amigos cuestionar la existencia del Erizo fue una forma de crear el espacio para que se reconociera la conducción de Estadista que Mora mostró durante la guerra.
Superado hoy esa pugna, al menos por la inmensa mayoría de los compatriotas, creemos interesante recordar algunos datos curiosos.
Antes de la invasión a Guanacaste, rechazada en Santa Rosa, el tirano instalado en Granada envió una misión dirigida por el capitán Schlessinger y por Manuel Argüello para evitar la guerra, pues necesitaba tiempo para consolidar su poder. Al filibustero no lo dejaron ni desembarcar en Puntarenas, mientras que don Manuel Argüello y acompañantes granadinos desembarcaron para unirse al presidente Mora.
Después de la victoria de Santa Rosa el 20 de marzo, el capitán Schlessinger, un delincuente austriaco, perseguido en Alemania, quien dirigía las tropas filibusteras en esta incursión, fue condenado a muerte.
Así lo escribió Walker: “los cargos formulados contra él pedían el nombramiento de una comisión indagatoria. El dictamen dado por ésta motivó el arresto y enjuiciamiento de Schlessinger ante un consejo de guerra por negligencia en el cumplimiento de su deber, ignorancia de sus obligaciones de comandante y cobardía en presencia del enemigo. A estos cargos se agregó más tarde el de deserción”.
También como producto de la inesperada derrota de Santa Rosa, las tropas francesas y alemanas fueron separadas del contingente principal y ubicadas en otras regiones, quedando solamente los que hablaran un razonable inglés.
El líder filibustero pensaba que la falta de entendimiento entre sus tropas era uno de los motivos de la derrota que hizo que, dice Walker, “entre los oficiales y soldados parecía reinar un abatimiento general”.
Los filibusteros se retiraron de Rivas y las tropas costarricenses se instalaron en la plaza sin resistencia. El 11 de abril, cuando las tropas filibusteras atacan la ciudad, aprovechan que una columna de 400 hombres acaba de salir a buscarlos y que dos importantes destacamentos estaban en San Juan de Sur y en La Virgen.
El ataque tiene por objetivo tomar prisionero al presidente Mora y apoderarse del depósito de municiones. Estuvieron a pocos metros de lograrlo.
La quema del Mesón de Guerra por Santamaría, un hecho ampliamente probado como se puede ver en los libros “Juan Santamaría.
Una aproximación crítica y documental” de don Carlos Meléndez y “El libro del Héroe” de don Luis Dobles Segreda, no representó el final de la lucha, ni el triunfo costarricense. Ocurrió en torno del medio día y los filibusteros huyeron de Rivas alrededor de las dos de la madrugada del día siguiente.
Don Juanito dice en su parte de guerra que “los nuestros habían incendiado un ángulo del Mesón de Guerra y el fuego iba flanqueando o encerrando ya a los enemigos”.
A media tarde llegaron los refuerzos de la Virgen y “esta tropa ocupó una parte del Mesón a la derecha de la Iglesia y continuó estrechando al enemigo hasta apoderarse, en la noche, de la casa del Dr. Cole última de este costado de la plaza.
Después de todo un día de combates, pues el ataque comenzó entre las 7:30 y las 8 de la mañana, huyen aprovechando las sombras de la noche, dejando a sus heridos y unos cuantos hombres para cubrir la partida. Luego de la victoria en esta batalla, la lucha se extendió por más de un año.
El 11 de abril de 1857, justo en el primer aniversario, las fuerzas combinadas de Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Honduras inician el ataque a la misma ciudad de Rivas donde se atrincheró Walker con sus últimos 500 hombres y sus aliados nicaragüenses.
La Campaña de 1956-57, terminó con la rendición de Walker ante el Capitán Davis de la Marina norteamericana, quien había mediado para evitar el asalto final de las tropas de la Alianza Centroamericana a la ciudad de Rivas. El filibustero intentó en otras tres ocasiones invadir Centroamérica.
Finalmente fue fusilado en Trujillo, Honduras, luego de rendirse nuevamente, esta vez ante el coronel Norvell Salmon capitán del barco británico Icarus, quien lo entregó a las tropas hondureñas.
Entre los años 1859 y 1860 le fue ofrecido un contrato por los editores S.H. & Goetzel de Mobile, para que escribiese un libro sobre sus memorias, y así fue publicado La guerra en Nicaragua.
Hoy solo podemos sentir orgullo de las figuras de los hermanos Mora, de Santamaría y de Cañas, quienes junto a cientos de muertos y miles de valientes voluntarios merecieron del redactor de la Crónica de Costa Rica, el elogio a su patriotismo y el impacto de su gesta sobre la nacionalidad costarricense al escribir:
“Costa Rica!, Oh patria de honrados y valientes labradores, ahora te queremos más porque hemos padecido el hambre y la intemperie, las frías lluvias y los ardientes soles, y todo linaje de peligros entre las epidemias y la metralla, por defenderte: sí, te queremos más y pronunciamos tu nombre con orgullo.
Esa bandera no es un pedazo de trapo, no: es el lábaro que nos ha guiado siempre a la victoria al grito de “viva Costa Rica y Centro América”, y con esa desgarrada enseña y ese grito volveremos al combate contra cualquier que ose atentar contra nuestra libertad, y bajo ella venceremos o moriremos por Costa Rica…”
* Gerente General del
PIMA-CENADA.