Hablar de las cárceles es muy difícil porque todos sabemos que Costa Rica tiene una deuda pendiente en este asunto puesto que no hemos logrado ni a ampliar los espacios para recibir a los privados de libertad.
Y dicha problemática nos ha hecho estar en la boca del mundo porque somos un país en el cual se lucha por los derechos humanos de muchos grupos, sin embargo, en el caso de los privados de libertad seguimos en deuda.
El hacinamiento es el principal dolor de cabeza con el que ha tenido que lidiar las autoridades de Justicia, pues por más que han buscado las posibilidades para hacer nuevas cárceles se topan con que la población en general no desea que su barrio albergue uno de estos recintos.
No se puede culpar a quienes piensan así, pues a estos lugares llegan criminales peligrosos que en muchas ocasiones son detenidos por cometer delitos contra la integridad física de otros, entonces el temor a una fuga, un enfrentamiento con las autoridades y la posibilidad de una voladera de bala no es un escenario ideal para nadie. Aparte, se debe bloquear la señal de celulares en los alrededores de los centros penales.
Pero cuando logran hacer una nueva cárcel como Terrazas, en Alajuela, nos topamos con la desagradable denuncia de que en lugar de ser comandada por las autoridades este centro penal prácticamente lo manejan los mismos reos.
Se torna peligrosa la noticia de que sin tener mucho de inauguradas las instalaciones ya suman 3 homicidios, dos motines y una huelga. ¿Qué pasará cuando los privados de libertad agarren más confianza? ¿Quitarán a la directora y pondrán a mandar a uno de ellos?
Esto preocupa muchísimo a toda la población y genera dudas sobre quién y cómo se elige a los que habitan en esta nueva cárcel. Según los registros, en lugar de llevar gente que esté a punto de terminar su condena y no signifique un peligro para nadie, se decidió traer personas pertenecientes a bandas organizadas de estafadores y narcotráfico, así como homicidas que anteriormente se ubicaban en ámbitos de mediana cerrada y máxima seguridad.
Quizá entre más peligroso sea usted más privilegios tiene, o ese parece ser el mensaje que quieren dar las autoridades premiando a estos sujetos y llevándolos a estrenar instalaciones.
Prácticamente toda la gente que llega a una cárcel es porque cometió un delito, no porque sea un dulce angelito. Entonces es claro que los internos deben estar custodiados a cabalidad para tenerlos a raya, porque si no pasa aquello del dicho que usaban las abuelas, “se les da la mano y agarran hasta el codo”.
Es preocupante escuchar de la boca de una dirigente sindical que los presos toman las decisiones en una cárcel, que incluso deciden quiénes entran a disfrutar de estas nuevas instalaciones, las cuales, si se comparan con otras cárceles del país, son como estar en el paraíso.
Y es que a eso se le debe sumar el hecho de que quienes estar en las cárceles y pertenecen a estas bandas están mejor armados que toda nuestra Policía junta, entonces en algún descuido puede ocurrir una desgracia como las que hemos visto en otras latitudes, donde las cosas se están saliendo de control, como lo es Ecuador. Allí la cantidad de gente muerta en cada motín es de horror, al punto que ha bajado la tasa de hacinamiento.
Es alarmante ver cómo en Costa Rica suceden cosas que solo hemos visto en las telenovelas donde ciertos presos tienen privilegios que los hacen sentirse como si estuvieran en sus casas, puesto que se pavonean con lujos, juegan videojuegos y hasta usan los celulares a vista y paciencia de todos.
También recordemos que quienes laboran en las cárceles son seres humanos que tienen familias, las cuales los esperan en sus hogares cada vez que se van a trabajar, sería injusto que les arrebaten la vida por no tener el debido cuidado.