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Durante el Congreso Nacional de Médicos, los especialistas externaron su preocupación debido al aumento de padecimientos crónicos y enfermedades graves en pacientes menores, situación que supondrá un reto en el sistema de salud costarricense.
Frente a este escenario, se vislumbra que a mediano y largo plazos la atención pediátrica hospitalaria estaría dominada por infecciones respiratorias estacionales, afecciones perinatales y crónicas complejas, malformaciones congénitas y violencia infantil.
Además se enfrentaría a altas demandas por obesidad, trastornos del apetito, problemas de salud mental y anomalías en el neurodesarrollo.
Esta situación se agrava porque en Latinoamérica tres de cada 10 habitantes son personas menores de 18 años.
“Tenemos una exitosa disminución de la mortalidad infantil, pero con un aumento en la complejidad de sus causas y un incremento en la esperanza de vida que ronda en los países más exitosos alrededor de los 80 años, pero con los últimos 10 años usualmente asociados a enfermedades, lo que plantea un reto de altas dimensiones”, explicó Olga Arguedas, especialista en pediatría e inmunología clínica.
Según la doctora, factores como el cambio climático y la contaminación ambiental han impactado no solo la salud del planeta, sino que también han influido en que los padecimientos se generen desde una menor edad.
SOBREPESO EN EL PAÍS
Desde el siglo XX Costa Rica apostó por combatir la desnutrición infantil como una medida en pro del desarrollo social y en contra de los altos índices de pobreza que azotaban la región. Aunque las estrategias gubernamentales dieron frutos y se generó una disminución sostenida de este indicador, desde hace unos 40 años las autoridades sanitarias debieron cambiar la forma en que observaban y enfrentaban ese fenómeno.
En vez de combatir la baja alimentación, la problemática en salud pública ahora se enfoca en el sobrepeso; es decir, lo opuesto a lo que sucedía a principios del siglo pasado.
Sin embargo, más allá del riesgo en la salud que deriva en sobrepeso, riesgo cardiovascular y otros padecimientos, los malos hábitos alimentarios en edades tempranas del desarrollo pueden condicionar su vida a tener serios problemas socioeconómicos.
Yumaira Chacón, experta en comportamiento nutricional de la región durante más de 16 años, explicó a DIARIO EXTRA que los hábitos de alimentación en edades tempranas tienden a comprometer el bienestar psicosocial de las personas, ya que la nutrición influye en el desarrollo del cerebro, aprendizaje y estado de ánimo de los niños.
“Puede tener consecuencias debido a la deficiencia de muchos nutrientes, no solo en el aspecto físico que, por ejemplo, puede tener afectación en la talla.
También puede tener consecuencias en cuanto a su formación académica porque ese rendimiento escolar probablemente no sea el esperado, ya que esa parte cognitiva no es la adecuada, entonces esa persona no podrá alcanzar un mejor grado académico y por ende no podrá optar por trabajos”, aseguró.