Ante la situación que vive el mundo hoy en día con la pandemia del Covid-19, se ha puesto de manifiesto la grandeza del ser humano para enfrentar crisis de la naturaleza señalada a través de la solidaridad, el ingenio y por qué no, del atrevimiento para innovar, ser capaz de reinventarse entre otras cualidades del hombre para sobrevivir y salir adelante, obviamente con la ayuda de Dios.
Por eso he querido, a través de este pequeño escrito, dedicar desde el fondo de mi corazón un profundo agradecimiento a ese honorable grupo de humildes y sencillos trabajadores municipales que se dedican con diligencia, esmero, eficiencia, entrega, mística e innegable amor a sus semejantes a recolectar la basura en todo el territorio nacional, muchas veces -por no decir todas- sin importar su salud ni la de sus familiares; porque no me refiero a esa labor solamente en estos tiempos de epidemia, sino todo el tiempo, son encomiables trabajadores que con seguridad mínima -por no decir inexistente en muchos casos- cumplen con una labor extraordinaria, a veces impensable por parte de la ciudadanía que envueltos en la maraña diaria de nuestras “importantísimas labores” no somos capaces de percibir.
Importancia latente pero existente de estos humildes, dignos y extraordinarios servidores públicos.
Servidores que por la “humildad de sus funciones” pero que de la humildad de esas funciones depende en gran medida la salud de los habitantes del país, manteniéndolo limpio sanitariamente hablando y por ende evitando el nacimiento de brotes epidémicos de otras enfermedades, en la medida de lo posible; para la población costarricense y que muchas veces deben soportar insultos, humillaciones y sabrá Dios cuántas cosas más por parte de nosotros los usuarios de tan importante servicio, por no decir importantísimo servicio.
Por otra parte, si a eso le sumamos lo irrisorio de sus salarios, terminamos de arreglar el asunto. No quiero con esto que se malinterprete mi opinión y sentido homenaje a tan dignos funcionarios, no; si muchos de nosotros tuvimos la oportunidad de estudiar y lograr niveles académicos, realizar exitosas carreras en entes públicos, privados, organismos internacionales, universidades públicas y privadas y lograr hoy en día disfrutar de una merecida jubilación, normal, no de lujo, ¡excelente!, ¡bienvenida sea! No pretendo indicar que el salario de los servidores públicos a los que me refiero en este escrito sean salarios en dólares o de más de un millón de colones, pero sí más acordes con la labor que ellos realizan, en otras palabras más dignos que un salario mínimo.
Aprovecho la oportunidad para agradecer también a las autoridades de gobierno, a la Comisión Nacional de Emergencias, al Ministerio de Salud, Educación, Planificación Nacional, Trabajo, Seguridad Pública ¡, al cuerpo médico nacional, especialmente de la Caja Costarricense del Seguro Social, de los Ebais, el personal de la cocina y misceláneos, así como choferes y a todos aquellos que de una u otra forma han hecho posible llevar a cabo las diferentes políticas, planes y estrategias para juntos parar en raya esta pandemia y a todos que escapen a mi memoria y que tengan que ver en la lucha contra el Covid-19
Por último, agradecer a todos aquellos que tienen la paciencia de leerme y que están haciendo caso de las directrices emitidas por el Gobierno de la República, el Ministerio de Salud, el Ministerio de Seguridad Pública y la Caja Costarricense del Seguro Social.
*Máster exprofesor Cátedra de Historia
Universidad Estatal a Distancia