En 2050 la humanidad necesitará un 50% más de alimentos y un 35% más de agua potable (FAO 2025). Sin embargo, con el modelo actual no lo lograremos.
Los recursos naturales están cada vez más degradados, los consumidores exigen más responsabilidad socioambiental y las regulaciones globales son más estrictas.
Esto nos lleva a una pregunta clave: ¿los agronegocios que no evolucionen están destinados a desaparecer?
Los números hablan por sí solos:
• Desigualdad en las cadenas globales: En América Latina el 60% de las familias productoras tiene acceso limitado a los mercados (BID, 2021) y recibe solo entre el 10% y el 15% del valor final de sus productos (Rincón et al., 2004).
• Emisiones de gases de efecto invernadero: La agricultura genera el 23% de estas emisiones a nivel mundial (IPCC, 2021), convirtiéndola en un sector con urgencia de transformación.
• Brecha digital: Solo el 37% de la población rural en Latinoamérica tiene acceso a conectividad (CAF, 2021), lo que limita la adopción de tecnologías digitales. Con la inteligencia artificial revolucionando el agro a partir de 2025 esta brecha podría ser una nueva barrera para las familias productoras.
Pero estos números no son solo estadísticas, tienen un rostro humano. En una visita a familias productoras de café en Centroamérica alguien me dijo: “Nos piden ser sostenibles, pero ¿quién nos paga por ello?”.
¿Qué haríamos en su lugar?
Imaginemos cultivar café, trabajar la tierra día tras día, recibir una fracción del valor final del producto y además soportar exigencias ambientales y sociales. ¿Aceptaríamos el reto sin garantías?
¿Qué es un agronegocio sostenible?
Desde 2005 he trabajado con empresas tanto asociativas como privadas y he aprendido que la sostenibilidad no es solo equilibrio entre lo social, lo económico y lo ambiental. Es clave incorporar el desarrollo del paisaje donde opera el agronegocio, lo que implica:
• Modelos de negocio resilientes.
• Uso responsable de recursos naturales con prácticas regenerativas.
• Bienestar de comunidades rurales: empleo digno y seguridad alimentaria.
• Acceso a mercados que valoran el impacto socioambiental positivo.
¿Existen agronegocios sostenibles?
No solo existen, sino que también son una necesidad. Hay modelos innovadores que han demostrado que es posible producir responsablemente sin perder competitividad y, al mismo tiempo, impulsar el desarrollo local.
Si tienen la oportunidad visiten la Zona de los Santos, un gran ejemplo de compromiso en acción.
Además en América Latina y el Caribe iniciativas como Agromira, que se realizará en el Catie, Turrialba, del 6 al 8 de mayo de 2025, están conectando a productores, empresas y actores clave para impulsar modelos de negocio sostenibles.
Estos espacios permiten construir redes, compartir conocimientos y acelerar la transición hacia sistemas agroalimentarios más justos y resilientes.
¿Y el consumidor?
Un actor clave que muchas veces ignoramos es el consumidor. Si un producto no se vende desaparece. No importa qué tan grande sea una empresa, si los consumidores deciden no comprarlo, no hay mercado.
Para ejercer este poder de manera efectiva necesitamos educarnos. No basta con elegir solo por precio.
Debemos preguntarnos ¿qué impacto tiene este producto en el ambiente? ¿Cómo afecta a las comunidades que lo producen? ¿A qué modelo de negocio estamos apoyando con nuestra compra?
El futuro de los agronegocios está en juego. La sostenibilidad no es una moda, es la única opción para sobrevivir. Ahora la pregunta es: ¿quién está listo para liderar el cambio?