El 12 de diciembre pasado 195 países adoptaron el Acuerdo Climático de París e hicieron historia. En 2016 será nuestra responsabilidad sentar precedentes domésticos. En la práctica el reto implica abrir un nuevo debate nacional que nos permita dar pasos para convertirnos en el primer país que supera la dependencia del petróleo y se convierte en un país 100% renovable.
El 12 de diciembre pasado 195 países adoptaron el Acuerdo Climático de París e hicieron historia. En 2016 será nuestra responsabilidad sentar precedentes domésticos. En la práctica el reto implica abrir un nuevo debate nacional que nos permita dar pasos para convertirnos en el primer país que supera la dependencia del petróleo y se convierte en un país 100% renovable.
El Acuerdo tiene todo lo que necesitamos en Costa Rica. Es paradigma para el siglo XXI y por eso está anclado a las prioridades auto-definidas por cada nación. Lo vinculante para Costa Rica es el marco internacional con las “reglas del juego” las cuales dan énfasis en la transparencia y la rendición de cuentas. Si nos lo proponemos, el Acuerdo de París nos permitirá energizar el debate costarricense a través de una nueva generación de responsabilidades como gobierno, empresas y ciudadanos. Hay evidencia empírica de cómo los beneficios para el país superan los costos relacionados con la acción climática.
Cinco elementos del Acuerdo y la dimensión doméstica
Estos son los elementos básicos con los que se comprometen los gobiernos:
1. Reducir contaminación. Los gobiernos “mitigarán” las emisiones de gases de invernadero, incluido el principal, CO2 o “carbono”. Se deben reducir las emisiones a un ritmo lo suficientemente rápido como para que la temperatura global promedio no aumente a niveles peligrosos a finales de siglo. La primera entrega de los compromisos nacionales va de 2020 a 2030. Tenemos entre 2016 y 2020 para prepararnos.
A nivel nacional, la meta de carbono neutralidad para 2021 se mantiene y se integra en una contribución nacional para París para un período inicial de 2021-2030 (aunque no acaba en dicho año). Fue presentada en noviembre 2015 y, en esencia, cumplirla requiere atacar las emisiones de transporte.
2. Mejorar cada cinco años y reportar. El Acuerdo define ciclos de mejora cada cinco años (esto fue muy resistido pero se logró) y crea un sistema de transparencia. Habrá un registro global con todas las acciones por país y su avance. Este mecanismo es vital para que el acuerdo funcione y creará un precedente de transparencia, muy necesario en cada país.
Los mecanismos de transparencia del Acuerdo ofrecen una oportunidad sin precedentes para la ciudadanía tica. Tendremos acceso a la información que el país presente formalmente sobre metas y cumplimiento. Podremos aumentar el escrutinio de las metas basados en números.
3. Adaptarnos a impactos climáticos. Se negoció apoyar a los países en desarrollo a mejorar su capacidad de enfrentar los impactos del clima. Los países presentarán comunicaciones de adaptación, en las que se puede detallar las prioridades, necesidades y necesidades de apoyo. Esto fue una gran victoria para los países en desarrollo.
Así como en Costa Rica tuvimos que adaptarnos a riesgos sísmicos (por ejemplo, tuvimos que construir edificios más seguros), nos tocará adaptarnos a impactos climáticos. El plan climático costarricense ahora aborda esta dimensión y será involucrar a científicos nacionales.
4. Pérdidas y daños. Cuando un país ya no puede adaptarse al cambio climático, por ejemplo una isla muy vulnerable, el país podrá usar un marco de cooperación que le permite mejorar su capacidad de recuperarse de los efectos del clima para reducir y lidiar con las pérdidas y daños.
Ese tema es nuevo para Costa Rica. Lo ideal es insistir en adaptarnos y crear sistemas para reducir al máximo lo que perderíamos y los daños en vidas humanas, en ecosistemas y en infraestructura. Hay mucho por cuantificar e innovar en este campo.
5. Apoyo financiero. Los países desarrollados mantendrán el apoyo a los países en desarrollo y para 2025 habrá negociada una nueva meta global de fondos. Dado que ahora las economías emergentes son las que crecen más rápido (y emiten más), el Acuerdo deja abierta la puerta a que nuevos países, no solo los desarrollados, apoyen a los más necesitados.
Se requiere una conversación en Costa Rica sobre cómo financiar la transformación urbana, especialmente del transporte público, y la inversión en resiliencia climática. Estos retos ya no podrán ser abordados solo como un tema de “cooperación internacional” sino como temas de inversión nacional, pública y privada. Por ejemplo ¿cómo financiar un tren eléctrico integrado con buses? ¿Cómo financiar un prototipo de casa bio-climática “hecha en Costa Rica”?
Lecciones inspiradoras
El rol de los países pequeños. El Acuerdo cuenta con el respaldo de los países más vulnerables al cambio climático y esto fue vital para ganar en París. A pesar que son naciones pequeñas éstas movieron a los países grandes de su zona de confort.
Viví estas victorias como miembro del Grupo de Expertos del Climate Vulnerability Forum (Foro de Vulnerabilidad Climática) que reúne a 42 países de África, Asia y América Latina. Costa Rica es parte de la Troika junto a Filipinas y Bangladesh. Los expertos éramos no-gubernamentales y el Foro contó con el apoyo de la sociedad civil y del público, a un punto tan visible que se volvió imposible para los países grandes abiertamente oponerse a las metas más estrictas de los países vulnerables. Esto se logró con disciplina de grupo y a través de una activa estrategia con los medios de comunicación (por ejemplo, se alertaba qué países bloqueaban a los más vulnerables).
Anclar en el Acuerdo de París una meta de aumento de temperatura estricta fue resultado de los países vulnerables. Esta victoria se ganó contra todo pronóstico. Mostró el poder de países pequeños que no llegaron a victimizarse sino a hacer propuestas y liderar con el ejemplo.
La meta más estricta del Acuerdo está obligando a tener debates nacionales sobre si entendíamos o no los riesgos concretos asociados a tener metas climáticas débiles.
El poder de las alianzas inusuales. Durante las negociaciones nació una alianza de países bajo el liderazgo de las Islas Marshall con apoyo de algunos países europeos, latinoamericanos, asiáticos y africanos. Colombia, Costa Rica y Chile apoyaron desde un inicio. La sorpresa política fue la entrada de EE.UU y Brasil a dicha coalición. A pesar de sus diferencias, definieron lo que les unía en París y esto marcó un nuevo tono, muy necesario, en el cual superamos el discurso de “países ricos versus países pobres” que prevaleció por 20 años y contribuyó a polarizar, no a solucionar problemas.
En Costa Rica nos tocará crear dichas alianzas que logren empujar ideas que de lo contrario parecen imposibles. Si se pudo en París se podrá en Costa Rica.
Más allá de la polarización. Si bien es cierto, los países desarrollados tienen una responsabilidad histórica por sus emisiones, el dilema vital en este siglo reside dentro del mundo en desarrollo. Incluso si las emisiones de Europa y EEUU llegan a ser a cero, el reto persiste. Hoy, dos tercios de las emisiones son de países en desarrollo, sobre todo Asia. ¿El derecho al desarrollo de China e India puede prevalecer por encima del derecho a existir en Estados insulares y otros países pobres y vulnerables?
Por eso el Acuerdo de París requería compromisos universales, contrariamente a Kioto que solo los exigía de los países industrializados. La ventaja es que China e India cada vez entienden que la contaminación del aire es un problema y que el uso del carbón no es tan barato como parece una vez que se incorporan los externalidades. Las inversiones en renovables van en aumento y esto crea una nueva oportunidad para una nueva colaboración sur-sur menos anclada en energía contaminante. Movimientos ciudadanos en dichos países han ganado importantes victorias.
Tica universal. La otra historia inspiradora que cabe resaltar en Costa Rica es el rol de una tica universal a lo largo del camino a París: Christiana Figueres, Secretaria Ejecutiva de la Convención de Cambio Climático de la ONU. Su rol dejó en alto el nombre de Costa Rica, el sabio liderazgo de las mujeres en procesos complejos, así como el rol de las naciones pequeñas como forjadores del consenso.
Ahora nos toca demostrar que el Acuerdo de París será llevado a la práctica en nuestro país. Como agenda ganadora en un país que es visionario cuando se lo propone. A pesar de las diferencias que tenemos a lo interno éstas deberán ser superadas porque no importa edad, partido político o provincia, todos ganamos si llevamos a la práctica el objetivo y espíritu del Acuerdo Climático de París.
*Directora ejecutiva, Nivela.