Es extraordinariamente inquietante que industriales y comerciantes de importación se preocupen tanto por la salud de los belicistas estadounidenses y europeos y sus monedas.
Resulta no solo incoherente sino incluso tendencialmente inmoral el que después de décadas de atemperar y vivir de una subida constante y sostenida en el precio de la divisa estadounidense se procure en contra de la moneda nacional de Costa Rica, el colón, y en contra en consecuencia de la inflación a favor del ciudadano tico y de los acreedores de crédito en moneda circunstancialmente débil como es el “USA Dollar” ante la flaqueza de varios de sus bancos, ya ahora en proceso de amplia y rápida recuperación, gracias a Dios.
La confianza y los resultados de la supervisión bancaria, que bien que mal sortean las consecuencias de la pandemia en declive y es temerario no entender que el beneficio con la apreciación de nuestro colón y el ingreso de inversión extranjera que vivimos que recibe el Gobierno para atender el compromiso de deuda del país.
Además, debemos humildemente entender que, con la Regla Fiscal, efectivamente existen problemas de diseño en tanto costo-beneficio de su aplicación irrestricta. Que la aplicación o exclusión sostenida de instituciones de la misma es dable de ser revisada y ello no debe nublar la responsabilidad de quienes democráticamente fueron nombrados para aceptar tal envergadura de compromiso. Confiemos. Somos buenos en Costa Rica para varias cosas. Esperemos que en esto también.