Estamos a días de la mitad del actual período presidencial y la verdad sea dicha: la acumulación de conflictos y la polarización en la sociedad costarricense nos tienen ante una disyuntiva esencial: diálogo constructivo o más confrontación. He escrito varias veces, en esta columna, que las elecciones de 2022 fueron una RUPTURA con la política tradicional y un triunfo de las redes sociales.
En aquellas elecciones, el candidato Chaves y su equipo de comunicación política interpretaron correctamente el hartazgo de la mitad del país con la situación institucional, económica y social de las últimas dos décadas. Su demoledora campaña comunicacional fue contra la corrupción política, enfatizando críticamente en los serios problemas estructurales y funcionales de un modelo de desarrollo económico que, en lugar de estar generando progreso y “bienestar para el mayor número” (como SÍ se hizo con importantes avances durante la última etapa del siglo XX y sus gobiernos), estábamos generando una sociedad con profundas diferencias sociales, amplios sectores en pobreza y un Estado Costarricense disfuncional e inflado de instituciones.
A eso se nos unió, como un poderoso y maligno fenómeno de delincuencia transnacional, la influencia y el enorme poder de las mafias del narcotráfico que han generado una catástrofe de criminalidad e inseguridad nacional.
Dos años después, me temo que esto no ha sido correctamente evaluado y mucho menos asimilado en las cúpulas de los partidos políticos y entre los sectores organizados de la sociedad civil. Tampoco por un sector de la prensa nacional. Hoy, la polarización y división nacional son mucho más profundas.
Hay que reconocer el trabajo difícil y complejo realizado por el actual Gobierno en materia fiscal e inflacionaria, algunas mejoras gerenciales públicas y hasta un relativo buen manejo de la deuda pública. Pero, a la vez, es realmente alarmante el descuido y el retroceso indefendible en todas las otras variables económicas, sociales, educativas, salud pública, infraestructura y seguridad ciudadana. Dos años después, estamos perdiendo peligrosamente al país en demasiados frentes de acción pública y privada. Ese es el cuadro nacional.
Ese debería ser el tema POLÍTICO del presente y no lo es. El punto más difícil y crítico es la ausencia casi total de un diálogo serio y constructivo de SOLUCIONES entre el Poder Ejecutivo y los partidos políticos de oposición e igualmente con los sectores productivos y exportadores, las cámaras empresariales y las organizaciones sindicales de trabajadores, los cooperativistas, municipalistas y el fundamental y activo entramado que representa nuestra realidad nacional, tal cual es. Esa es la vía costarricense…
Seguimos empantanados en aquella ruptura del 2022 y seguir en esta permanente confrontación y bronca, es un camino sin salida. Este y no otro, es el tema fundamental a resolver entre los factores reales de poder político, al menos con una agenda mínima de SOLUCIONES para los próximos dos años.