En la antesala del nuevo año, Costa Rica tiene una oportunidad única para reflexionar y reenfocar su rumbo.
El 2025 nos llama a dejar atrás la polarización y los enfrentamientos estériles, para apostar por un Estado fuerte, unificado y eficiente. Es momento de dejar de lado los dimes y diretes para concentrarnos en avanzar con los grandes proyectos que nuestro país necesita para prosperar.
La reforma administrativa del Estado es una urgencia impostergable. Con más de 332 instituciones públicas, muchas de ellas en números rojos o con gestiones cuestionables, Costa Rica no puede seguir soportando un aparato estatal sobredimensionado.
Ejemplos como el Consejo Nacional de la Producción y el PIMA-Senada reflejan la necesidad de reestructurar o incluso eliminar entidades cuya utilidad ha caducado. Es crucial optimizar los recursos públicos reduciendo duplicidades con el fin de garantizar que cada colón invertido aporte valor a los ciudadanos.
En paralelo, no podemos dejar pasar la oportunidad de avanzar con iniciativas clave para el desarrollo nacional. La implementación de las jornadas laborales 4×3, por ejemplo, permitiría mejorar la productividad, incentivar la generación de empleo, así como brindar mayor flexibilidad a los trabajadores.
También es indispensable priorizar grandes proyectos de infraestructura que llevan décadas en espera, como la finalización y modernización de la ruta 32 hacia Limón y la ruta 1 hacia San Ramón de Alajuela. Estas vías son arterias vitales para el comercio y el turismo; su renovación impulsará la competitividad del país.
El problema de los residuos sólidos también debe tener un lugar prioritario en la agenda nacional. La gestión inadecuada de desechos amenaza no solo al medioambiente, sino también la salud pública y la imagen del país como un destino ecológico.
Finalmente, el sector privado debe encontrar un terreno de confianza para operar, invertir y generar empleo. Es necesario garantizar un ambiente en el que las empresas puedan crecer sin trabas burocráticas innecesarias ni incertidumbres regulatorias.
El desarrollo económico de Costa Rica está íntimamente ligado al éxito de su sector privado, que es el principal motor de la generación de riqueza y empleo. El 2025 debe ser un año de unión y acción. Dejemos atrás las divisiones que nos paralizan y trabajemos juntos por el país que queremos heredar a las futuras generaciones.
Costa Rica tiene todo el potencial para avanzar, pero ello requiere voluntad política, participación de la sociedad civil y una visión de largo plazo.